29.12.08

Feliz Año Nuevo 2009 y comentario off-topic



STRAVINSKY, Igor (1882-1971)Gloria de la MissaBURY, Edward (1834)Amaryllidae y Liliacae
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Estimados amigos y amigas,

No sé qué dirán los expertos y los conocedores bien informados de la red, pero mi parecer es que el mundo de los blogs educativos ha sufrido un innegable enfriamiento en cuanto a la cantidad de publicaciones en este año que finaliza. Twitter, Tumblr o las interacciones en redes como Facebook o Ning han ocupado su espacio comunicativo a costa de los blogs. Lo contingente, lo urgente, lo breve, lo anecdótico, lo episódico, se ha desplazado de los blogs a otros ámbitos de la red.

Personalmente me alegro de ello, porque no me interesa mucho ocupar mi tiempo en estos asuntos. Pido disculpas por si alguien considera mi desinterés una falta de respeto. Pero, honradamente, todo este ir y venir acelerado en nada me incumbe, más allá de una vaga curiosidad superficial por personas que, por otra parte, aprecio. Contrariamente me entusiasma lo ponderado, lo permanente, lo reflexionado que puedan aportarme. El pensar alto y el sentir hondo, que proclamaba Unamuno. Afortunadamente, este nuevo sesgo de los post también ha ralentizado la llegada de noticias a mis lectores de feeds y ha acompasado algo mi tempo con el tempo de la blogosfera.

La gran mayoría de blogs que sigo, pues, parecen adoptar una actitud más serena, más distante –incluso más escéptica- sobre el valor y las otrora enaltecidas virtudes de los blogs. Yo lo interpreto como un signo de madurez y de sabiduría, aunque otros lo juzgarán propio del cansancio de la blogosfera educativa. Me gusta pensar que, ocupados en lo que realmente importa, no destinamos más tiempo del juiciosamente necesario a la lectura y a la escritura en los blogs. Publicar, pues, lo estrictamente necesario, lo justo, lo imprescindible. Sin ocupar nuestro tiempo y el de los demás en argumentos prescindibles. Ese va siendo ya mi lema, a pesar de cierto remordimiento por actuar demasiado reactivamente y poco proactivamente en mi blog. En eso, me propongo mejorar en este nuevo año 2009.

Por lo demás, estoy profundamente agradecido a las personas que siguen los escritos de La mirada pedagógica y algo abrumado sobre el amplio espectro de personas que se interesan por el tema educativo: colegas docentes, padres de alumnos, amigos cercanos y amigos lejanos (¡Qué océanos nos separan y qué cerca los siento!), profesionales de otros ámbitos, alumnos y exalumnos, incluso familiares! Menuda responsabilidad…

En fin, a todos, gracias sinceras y un abrazo fraterno.

Boris Mir

8.12.08

En defensa de la pasión

Lo primero que exigimos a los alumnos es obediencia. Acto seguido, demandamos laboriosidad. La inteligencia ya es tenida por un don del azar. Que sean creativos, nos parece un regalo. La pasión, que es la alquimia de la docencia, es algo que sencillamente damos por imposible.

Qué estupidez, la nuestra! Todo sustentado en la inopia de una realidad incontrovertida: en educación, el verdadero impacto transformador, poderoso y definitivo, no es cuantitativo sino cualitativo. ¿Quién no distingue a aquellos profesores que, enseñándole algo valioso, le cambiaron la vida?

Dadme tres horas de pasión en un curso y os regalo todas mis clases posteriores! Ya encontrará el aprendiz la necesidad de memorizar, ejercitar, estudiar, instruirse... cuando la incontinencia de su pasión así lo exija. El esfuerzo que debe realizar un estudiante para superar sus dificultades no nace de la obediencia, la laboriosidad, la inteligencia o la creatividad. Nace de la pasión.


Qué secundarios me parecen estos días muchos debates, peticiones, exigencias, reclamaciones educativas. ¿No deberían bastar nuestros pocos medios intelectuales y afectivos para despertar la pasión por aprender? Posiblemente daríamos con la fuerza de voluntad más inagotable que existe, la que surge del amor.

Lo demás, es pedagogía.

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Perdonad esta andanada: este curso no doy clase, echo de menos a mis alumnos.

1.11.08

Ni nativos, ni residentes... simplemente competentes digitales

Una competencia es la combinación de habilidades prácticas y cognitivas interrelacionadas con conocimientos, valores, actitudes y emociones, los cuales son movilizados conjuntamente para actuar de manera eficaz y eficiente.

Un competente digital, en consecuencia, es aquella persona que es capaz de realizar lo anterior en un contexto y con unos medios digitales. Y esto no tiene nada que ver ni con la fecha de nacimiento, ni con las horas de exposición a la red, ni con el uso concreto de determinados dispositivos, herramientas o juegos. A nuestro entender, son variables importantes para caracterizar a las personas en relación a las TIC, pero el núcleo duro del asunto se encuentra en el campo del saber y del aprendizaje.


Que los jóvenes de los países ricos hayan crecido en un entorno en el que las TIC están completamente socializadas, no debería crear falsas expectativas sobre su verdadera competencia digital. Una competencia va asociada a la acción eficaz y eficiente, así que debe significar un empoderamiento real de las personas. Ser experto en el uso de determinados dispositivos o herramientas digitales no es suficiente para considerar a alguien competente digital. Estas habilidades deben ser utilizadas para aumentar sus capacidades y su libertad y no para actuar, por ejemplo, como usuarios cautivos de grandes marcas como Google, MySpace, Flickr, YouTube o Facebook... convertidos en auténticos proveedores de ingentes cantidades de datos que serán debidamente aprovechados cuando convenga. La tan invocada conversación, co-creación, etc. tendrá siempre un contenido banal si no va aparejada a conocimientos, valores, actitudes y emociones valiosas. Leyendo estudios como el PIC y observando los perfiles de las personas que son sumamente competentes en entornos digitales, algo no encaja con todo el discurso imperante sobre los llamados “nativos digitales”. Conozco un montón de “nativos digitales” con poco pelo, algún que otro hijo y bastante vista cansada...

Por si esto fuera poco, algunas de las características asociadas a los nativos digitales (realizar tareas simultáneas aunque de bajo componente cognitivo, participar en la red con el fin de expresarse de forma subjetiva, crear su identidad pública sin ningún pudor, mostrar-se fascinados por las novedades tecnológicas, transgredir los usos habituales de las herramientas o los códigos comunicativos, etc.) son rasgos bastante propios de la adolescencia y de la juventud, que probablemente siempre han existido en sus correspondientes formas históricas. No niego que la juventud tenga un perfil actual específico, el que corresponde a un entorno digital, pero se ha sobredimensionado su importancia.

En fin, naturalmente que hay jóvenes competentes –y muchos! – pero no porque nacieran en tal o cual fecha, ni adoptaran ninguna determinada ideología geek o web 2.0, ni se sobreexpusieran a la red. Sencillamente, tenían más talento, capacidades y oportunidades para aprender que otros... y lo hicieron! A menudo con seriedad, esfuerzo, pasión y trabajo. Nada original ni exclusivo de su generación, la verdad.




Así pues, la capacidad de movilizar muchos tipos de conocimientos, de afrontar situaciones y problemas en el ámbito digital y tecnológico, de regular la dimensión cognitiva y emocional en función de unos intereses, cobra su verdadero sentido si es abordada en el marco del saber y no de la dimensión generacional.

Y esto nos remite a cuestiones centrales sobre el aprendizaje. Cuestiones nada novedosas como: ¿Qué es lo determinante para la adquisición de la competencia digital? ¿Cómo se consigue la transposición de los conocimientos a diferentes contextos digitales?¿Cómo aparejamos la competencia digital con valores y propósitos dignos? ¿Cómo se puede contribuir al crecimiento personal y ciudadano en este entorno digital? ¿Qué tipo de metacognición conviene para ir más allá de entrenar habilidades (ICT skills) o dominar aplicaciones? ¿Qué hábitos y usos tecnológicos son generadores de cultura?

Quizás deberíamos abandonar la obstinación por caracterizar a una generación y asegurar un verdadero empoderamiento de todas las generaciones a través de una promoción seria de las competencias digitales. No perdamos más tiempo en clasificaciones y orientemos el trabajo a reducir la brecha entre los competentes y los incompetentes digitales. Y, a su vez, en poner esta competencia digital al servicio de las necesidades de las personas, de la cooperación mutua, de la justicia o de la bondad. Importa poco si son nativos, inmigrantes, peregrinos, residentes, zombies o mutantes!


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Acabo de leer un magnífico post de Tíscar Lara que apunta ideas complementarias a las que acabo de escribir, con la seriedad y el rigor que acostumbra mostrar:
no dejéis de leerlo!

12.10.08

Aprendizaje abierto

Tres conferencias (Esteve Almirall, Alberto Ortiz de Zárate, Michel Bauwens) + quince presentaciones breves + seis grupos de trabajo = 100 personas inquietas y creativas en UrbanLabs en Citilab. El todo no fue la suma de las partes. Probablemente, fue más. Aunque medir el conocimiento sea difícil.




La primera conclusión general que saco de las jornadas Urbanlabs es que contradicen la idea de que la eficacia consiste en cumplir una función con el mínimo de recursos posibles. Las propuestas más flexibles son sensibles a las interacciones y a los participantes. Brevemente: crean las condiciones para que el aprendizaje sea posible. Lo abierto, lo indeterminado, lo informal también es eficaz. Quizás también es innovador, aunque sabéis que desconfío mucho de esa palabra.

Gestionar este contexto es un reto. ¿En qué punto de un debate sobre aspectos relacionados con la educación digital, por ejemplo, nos precipitamos hacia la digresión o, contrariamente, nos encaminamos hacia una conversación exploratoria? ¿O, mejor aún, cuándo este diálogo se convierte en discusión racional en la cual la discrepancia aporta valor? ¿Cuál es la mínima intervención necesaria para ser verdaderamente facilitador en la gestión de este proceso comunicativo? Personalmente, aposté por favorecer que cada persona pudiera intervenir, aun en detrimento de la maduración de algún proyecto y de la orientación a resultados tangibles. Quizás una sobrevaloración de lo personal del aprendizaje, quizás una incapacidad propia para hacerlo.

Orientar una actividad abierta a una función introduce de facto una selección. Dejar confluir múltiples iniciativas con la esperanza de que se enriquezcan mutuamente es otra opción. No soy la persona indicada para determinar si lo logramos... Sin embargo, la interacción compleja y abierta suele convertir todo traspaso de información en conocimiento y, quizás, en valor para los asistentes.

Creo que la evaluación de los aprendizajes es imposible en términos de conocimiento. No solamente por el mero hecho de la existencia de los conocimientos puramente tácitos, sino porque lo aprendido permanece invisible, en la caja negra, hasta que no se encarna en nuevas capacidades... Por lo que he leído hasta ahora, quizás la sensación general es que así fue, aunque, hoy por hoy, no tengamos manifestaciones tangibles más allá de una agenda personal de nuevos contactos o una expansión del wiki y los comentarios en la red.

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Quizás llegaran lectores no habituales a este blog, directamente del grupo de educación digital (¡Gracias por tu aportación!) o bien arrastrados por las etiquetas de la red: sabed que aquí predomina el sesgo pedagógico, así que otras lecturas de las jornadas serán más ajustadas a derecho que las nuestras...
Sed bienvenidos!

7.8.08

Las TIC deben cambiar el reloj por la brújula

Creo que la experiencia de los últimos tres años en el incremento de las dotaciones TIC en los centros educativos catalanes –diría que en otras muchas comunidades, pero no tengo datos contrastados...- debería hacernos cambiar radicalmente el objetivo central de los esfuerzos en infraestructura. Es lo que planteo en el título con la expresión cambiar el reloj por la brújula.

Si bien es cierto que las dotaciones TIC deben alcanzar una determinada masa crítica para que sus efectos en la mejora educativa sean patentes, demasiado pronto se impone la ley de los rendimientos decrecientes y la proporción entre progreso y esfuerzo se resiente. Ya sabemos a estas alturas que las energías para “ponerse al día” en temas TIC no conllevan un cambio sustancial, ni tan siquiera una efectiva mejora general.

No es políticamente correcto, pero creo que no es decisiva per se la incorporación de aulas de informática [sic], conexiones a Internet, pizarras digitales, portátiles con wifi, cámaras de vídeo o cualquier otra cacharrería electrónica para mejorar las prácticas docentes y, en consecuencia, el aprendizaje de nuestros alumnos. Ni tampoco es decisiva la incorporación de “nuevas herramientas Web 2.0” en los repertorios de recursos del profesorado. Todo ello no es más que una acelerada carrera contrarreloj que consiste en ir incorporando hardware y software en una espiral interminable, una carrera circular que no conduce a ningún sitio. Significa, llanamente, derrochar recursos económicos y, peor aún, derrochar tiempo de acción y reflexión educativa fundamental.


Primero un blog, después un wiki, más tarde un aula Moodle, mañana un portafolio virtual, la próxima semana una comunidad de usuarios y en el último trimestre un avatar en un entorno virtual... Los ordenadores adquiridos hace cinco años están obsoletos (¿?); el cableado debe ser substituido por wifi, el sonido de las primeras pizarras digitales es deficiente, etcétera, etcétera. Todo ello, ¿cuanto tiempo nos lleva y qué beneficios efectivos nos aporta? La ecuación coste/beneficios es insostenible… salvo en determinados casos.

Ya conocéis mi punto de vista: la única validación que considero relevante respecto a las TIC es el aprendizaje de los alumnos. Todo lo demás me parece secundario. Incluso creo que algo tan absolutamente necesario como la socialización de las TIC no va a producirse en la escuela, pero ese será un tema para otro post…

Hay muchos intereses cruzados en el tema TIC, algunos legítimos y otros no tanto. A veces las mejores intenciones alentan un entusiasmo digno de encomio, pero todavía hay demasiado discurso apologético y poca legitimación basada en resultados generalizables. Los únicos profesores que han convertido las TIC en valor para sus alumnos son aquellos que tenían elevados horizontes educativos, aquellos que ya tenían aspiraciones pedagógicas ricas y diferentes y para los cuales la incorporación de hardware o software ha dado alas a sus proyectos. La verdad, no creo que las TIC hagan, de profesores mediocres, mejores profesores.

Pasar del libro de texto a la pizarra digital, convertir esquemas o apuntes en presentaciones electrónicas, obligar a los alumnos a responder ejercicios en los comentarios de un blog, darlos de alta en un aula Moodle para realizar actividades hotpotatoes, poner “los apuntes” en un wiki… no solamente me parece un desacierto, sino que es una pérdida de tiempo y de dinero.

Seguramente deberíamos dedicar todo este esfuerzo a repensar cómo trabajamos con nuestros alumnos en clase, qué les proponemos para que aprendan y qué estimulantes proyectos llevamos a cabo –con o sin la TIC…- para que aprendan más y mejor. Es más, ocuparnos de las TIC nos distrae de replantearnos a fondo la educación, que es una tarea mucho más sustancial. Por favor, no dilapidemos los escasos presupuestos educativos en adquirir “un ordenador por alumno”, dediquémoslos a crear espacios de reflexión y aprendizaje para que los profesores (y alumnos…) transformen de forma radical sus concepciones sobre la enseñanza y sus métodos de trabajo. Es muy probable que las TIC nos ayuden a ello y por lo tanto deben formar parte permanente de nuestra agenda y de nuestro discurso, pero creo que debemos resituarlas.

Lo dicho: hay que dejar el reloj para trabajar con la brújula. Incorporar o no incorporar la última herramienta de moda, ya dijimos hace tiempo que no era la cuestión. Las TIC puede que nos ayuden a avanzar más rápidamente, pero habrá que saber hacia dónde queremos ir. Cuando tengamos claro el rumbo, habremos hecho una gran tarea pendiente. Repensar la escuela es mucho más urgente y necesario que incrementar el parque TIC. Y para repensar la escuela, deberíamos también repensar la incorporación eficiente de software y de hardware.

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Al hilo de este comentario, recomendaría el libro La nueva educación de Ferran Ruiz Tarragó. Una excelente lectura para estas vacaciones. Propone algunas reflexiones educativas bien documentadas y estimulantes. Y algunas contundentes propuestas hacia donde apuntar la brújula de la educación. Las TIC aparecen a lo largo de todo el libro, como no podía ser de otra manera, pero no son la innovación principal de las propuestas.
Buenas vacaciones a todos!


RUIZ TARRAGÓ, Ferran
La nueva educación
Madrid, 2007; LID Editorial Empresarial
Premio Fundación Everis 2006

4.7.08

Internet en el aula: notas personales, improvisadas, inconsistentes

1. En la sede de Barcelona triunfa la estética SL. Un sitio perdido en medio de ninguna parte. Enormes salas medio vacías, gente deambulando sin rumbo, pequeños grupos aislados y estantes inconexos de publicidad. Los congresos mastodónticos son mastodónticos, sean en la red o en un palacio de congresos. El tamaño, sí importa.

2. Los organizadores se toman su tiempo, aun a costa de los invitados, aun a costa de las preguntas de los asistentes. Predomina la autocomplacencia, porque así debe ser. ¿Quién se sube a una escenario a proclamar que hace mal las cosas? Las marcas se toman su espacio y vienen a vender su pescado. Aunque a veces dan gato por liebre, o sea, café con leche en lugar de desayuno. ¿Quién debe ser el responsable del (no) contenido de la maletita?



3. Las comunicaciones pueden ser mejores o peores, pero siempre son unidireccionales. El tiempo para las preguntas es consecuentemente irrelevante. Y en estos tiempos de artefactos todas las aportaciones acaban siendo clónicas. Son un discurso acelerado sobre una presentación electrónica en portátil, en un contexto de fragilidad tecnológica –siempre falla algo: el audio, el vídeo, la conexión, el formato de pantalla, los tipos de letra... ¿Será esta la incertidumbre propia de los tiempos líquidos?

4. Los gurús llegan y vomitan su conferencia, descontextualizada, demiúrgica, benevolente. Cuanto más importantes los ponentes, más recalentadas las exposiciones, pues nadie produce discursos brillantes y originales a ritmo de producción industrial. Basta seguir a Downes o a Piscitelli en la red para rastrear conferencias parecidas, un work in progress del que acaban ellos mismos siendo víctimas. Los periféricos nos resignamos, pues ni tan siquiera pudimos darles un apretón de manos. ¿Era real el discurso sobre la realidad de Downes? Qué platónico fue todo, en esas pantallas gigantes, en las provincias del reino!


5. En las mesas, el mismo guión, pero a escala doméstica. En la sede de Barcelona, Begoña reparte las cartas y se juega la partida acordada. Jordi, que tiene más tablas que nadie, trata de encender alguna mecha, incluso enarbolando la serpiente educativa del verano. El bueno de Ramón, clama en el desierto en una partida en mesa ajena, lejos de las aulas. Gira la rueda, suena música conocida, bella pero mundana, y nada cambia. Todos bailamos y aplaudimos complacidos.

6. Los asistentes no esconden su entusiasmo, invitados a la fiesta. Aunque, con el paso de las horas, se acrecentan un poco las diferencias entre los que están dentro y los que están fuera, como entre la plataforma MEC y la plataforma NING. Algo rechina en las entrañas de la gran maquinaria del tiovivo que gira con un automatismo invisible, con la responsabilidad difusa, tan característica de las instituciones. El carnaval de las TIC debe terminar, puntual, inexorable. Murió el congreso presencial, ¡viva el congreso!



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Un congreso sirve a los asistentes para saludar a (des)conocidos, cosechar reconocimientos administrativos, pescar con suerte alguna idea interesante y romper las rutinas, escapando del centro educativo. Y poco más. Puede que algunos, siempre en los márgenes del evento, descorchen botellas, abracen a amigos, firmen contratos, conozcan ciudades. De ahí que tantos celebren con razón el making off. Pero los congresos nacionales son algo bastante obsoleto, de cuando la información era escasa y la posibilidad de encuentro entre colegas era remota. Y, desde luego, raramente sirven para aprender nada en el sentido profundo y verdadero del termino.


Todo lo del congreso está o estará en la red, esperando a ser debidamente atendido en intransferible selección personal. Yo fui para estrechar manos a profesores que “se lo curran” y para contactar con un par de compañeros. El segundo día pensé que ya era suficiente y me marché, un poco silenciosamente. Incluso me vi a Lu y a Ana desde casa (y sufrí con ellas, al verlas arrolladas por la maquinaria congresual). No hago ninguna valoración negativa, no cabe la decepción pues no esperaba otra cosa de un evento de este tipo. Personalmente estoy interesado en otras cosas, en seguir colaborando en la construcción de otros espacios de trabajo y de intercambio para lograr aprender y mejorar juntos. Espacios propios a escala humana, personalizados, enriquecedores, modestos, útiles. Por suerte, cada día somos más y hay mucha gente transitando otros caminos.

29.6.08

Sobre el último día de clase

Parece que fue ayer, pero han pasado nueve meses. Finalizaron las clases ordinarias, la semana del Crédito de síntesis, la semana de los “exámenes de suficiencia” y las sesiones finales de evaluación de los equipos docentes. Ya entregamos las notas a los padres. Se mezclan tantos sentimientos contradictorios en los finales de curso que merecerían un extenso comentario, pero el cuerpo (docente) ya no está para estos menesteres. Sin embargo, no me resisto a comentar el último día de clase, pues me parece el contrapunto necesario a los comentarios sobre el primer día de curso.

Igual que el primer día de clase, el último es sumamente importante. Si el primero era un encuentro, el último es una despedida. Todo fundamental en las relaciones humanas y, por tanto, en la relación pedagógica.


A mí me parece que el último día de clase no es para dar las notas. Las notas hay que procurar darlas antes, explicarlas, exponerlas, dar cuenta de ellas. Y hablar especialmente con aquellos que no han aprobado, en un espacio personal y no delante de todos los compañeros, algo siempre incómodo y desconsiderado.

El último día suelo hacer una evaluación de la asignatura y del profesor. A veces consiste en una conversación organizada, otras veces en un documento escrito. Un test anónimo de valoración del curso y de mi trabajo que incluye un apartado abierto para aportaciones personales y propuestas de mejora. Tiene algo de rutinario, pero también permite que afloren opiniones, valoraciones, críticas o agradecimientos de los alumnos que siempre son fuente de mejora.

Sin embargo, mis dos tareas principales del último día son otras: dar las gracias y pedir perdón.

Dar las gracias a todos aquellos que han trabajado, que han confiado en nosotros para aprender y cambiar, que se han atrevido a equivocarse y a mejorar. Gracias a todos por compartir clases buenas, mediocres y malas. Y gracias por aquello de valioso que han aportado al grupo y al centro. Esto último es fundamental en mi aula, pues prácticamente nunca “doy la clase” sino que más bien “la hacemos” entre todos.

Y pedir perdón por los errores y las torpezas que seguro he cometido: no atender a alguien como necesitaba, no saber dar respuesta a sus dificultades, alzar la voz más de la cuenta, imponer una opinión personal, sancionar injustamente o no estar a la altura del reto que supone ser profesor. Qué difícil que es este oficio, por Dios!

La petición de disculpas o el agradecimiento es mucho más que una formalidad social, es un reconocimiento de la calidad humana de las personas. A menudo exigimos ambas cosas a los alumnos y somos incapaces de practicarlas nosotros mismos. Es asombrosa la reciprocidad que produce una disculpa auténtica y un agradecimiento sincero: aparecen alumnos que se disculpan, se recomponen complicidades perdidas, surge la ternura y el afecto. En fin, que debes andar con la cabeza un poco fría para no terminar ahogándote en los sentimientos...

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Tengo un montón enorme de posts a medio escribir. Siempre me ha pasado y tengo innumerables fragmentos, apuntes y arrancadas. Incluso media docena de textos terminados que ya no publico porque, sencillamente, el tema salió de la agenda bloguera. Estoy reorganizando mis cosas, frenéticamente, en muchos frentes, preparando una mudanza. Voy a poner este blog en orden, por lo menos en la trastienda, a ver qué sale.

25.6.08

Sapere aude - Passion Quilt

“Propongo un educación que, desde la cuna hasta la tumba, sea inconformista y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se quiera más a sí misma. Que aproveche al máximo nuestra creatividad inagotable y que conciba una ética para nuestro afán desaforado y nuestro legítimo derecho de superación personal. Que integre las ciencias y las artes en la canasta familiar, de acuerdo con los designios de un gran poeta de nuestro tiempo, que pidió no seguir amándolas por separado como a dos hermanas enemigas.”

Escrito por Grabriel García Márquez según cuenta Jaume Carbonell en Una educación para mañana (2008). Incapaz de nada mejor, espero con su transcripción saldar mi deuda con Juanjo y dar las gracias a Alejandro.




Humor, inteligencia, complicidad, conocimiento, compañerismo y desparpajo, veo yo en esa foto. Esto y mucho más aprendo a diario de mis alumnos. La foto tiene tres años, de cuando estos chicos cursaron una optativa de práctica instrumental conmigo, estábamos preparando un concierto. Lo recuerdo como si fuese ayer. Este curso acaban de terminar sus estudios de bachillerato y emprenderán otros caminos, dejando el IES Arraona. Son estos pero podrían ser otros. Siempre diferentes e iguales a la vez. Ignoro lo que aprenden en mis clases, solamente sé lo mucho que aprendo con ellos: Sapere aude!


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Yo también me marcho. Y partir es morir un poco.

11.5.08

Encuentro de educadores

¿Por qué nos llenamos la boca anunciando que en la red hay recursos, tutoriales, vídeos, guías didácticas, ejemplos, etcétera, para cualquier necesidad formativa… y luego organizamos talleres y cursos para aprenderlo todo de manos de profesores?

¿Por qué nos llenamos la boca pregonando que la educación debe partir de proyectos personales, gestionados por parte del aprendiz, bajo su iniciativa… y luego montamos cursos y talleres con expertos que nos cuentan cómo se hace un blog o un wiki, por ejemplo?

¿Por qué nos llenamos la boca debatiendo sobre la importancia de las finalidades educativas, de las metas que perseguimos… y luego centramos nuestros esfuerzos en aprender tal o cual herramienta?

¿Por qué nos llenamos la boca afirmando que se aprende haciendo y reflexionando sobre el propio aprendizaje en interacción entre iguales... y luego utilizamos exposiciones magistrales y presentaciones en los cursos para profesores?

¿Por qué nos llenamos la boca hablando de redes, de compartir, de conocimiento colectivo... y luego organizamos actos y eventos en los que unos escuchan, los más, y otros hablan, los menos?

¿Por qué nos llenamos la boca platicando sobre la complejidad del mundo, la existencia de redes complejas de significados… y luego presentamos la realidad en dilemas simplones como profesor 1.0 versus 2.0, aprendizaje pasivo versus activo, pedagogos versus antipedagogos, por ejemplo?



¿Es posible que nos juntemos para conversar en pie de igualdad sobre la educación que queremos? ¿Es posible organizar un encuentro sin otra jerarquía que la calidad humana e intelectual de las propuestas? ¿Es posible aprender todos de todos sin que nadie tenga el privilegio de hablar desde una tarima? ¿Es posible conversar para elaborar propuestas conjuntamente? ¿Es posible asumir que queremos buscar por nosotros mismos las respuestas a nuestras preguntas, aun a riesgo de no hallarlas nunca? ¿Es posible que demos más importancia al hecho de elegir nosotros el rumbo que a la certeza de llegar a una meta impuesta? ¿Es posible un encuentro en el que todo el mundo viene a aprender y nadie viene a enseñar?

En realidad, no lo sabemos, pero algunos vamos a intentarlo.
Os invito a uniros a este loco empeño.

30.4.08

La evaluación del profesorado

Es imprescindible una evaluación del profesorado. Nadie debe dudar de ello y los primeros interesados en esta evaluación somos los propios profesores. Pero no tanto para que se nos reconozcan méritos cuanto para que se ataje cualquier dejación de las responsabilidades profesionales. El deficiente control de lo más básico, de las condiciones previas para una buena acción docente es un lastre para el buen ejercicio de la profesión.

Pues el sistema no garantiza, hoy por hoy, el control efectivo y real de las obligaciones laborales más elementales del profesorado como son la puntualidad, la presencia, la observancia estricta de su horario, la asistencia a las reuniones, la participación en actos del centro, la preparación de sus clases, la atención a los padres, etc. Así como en Hacienda la persecución del fraude beneficia a los demás contribuyentes, el control de las obligaciones laborales es un beneficio para toda la comunidad educativa y, especialmente, para los propios docentes. Valga esta previa antes de abordar la evaluación del profesorado: es inexcusable no proporcionar los medios para llevar a cabo este control laboral tan sencillo como necesario. Vayamos a la calidad de nuestro trabajo, que es el tema que realmente debería ocupar nuestra evaluación profesional!


Hay cierto modelo de evaluación del profesorado que se repite en los sistemas educativos más equitativos y más eficientes. Expresado sencillamente, consiste en combinar una considerable libertad profesional con un control externo de los procesos y de los resultados. Esto es muy bonito y muy moderno, pero debe ir aparejado a ciertas condiciones. Enumeraré sólo tres aspectos, a modo de introducción a tan enredado tema.

Aun suponiendo una mayor capacitación del profesorado y unos medios más generosos -que es mucho suponer…-, no se puede considerar al profesorado como el único responsable de la calidad educativa. No es de recibo que la administración, que maneja los recursos, determina los contenidos y establece las finalidades educativas, no se responsabilice a la par con el profesorado. La dotación escolar y la capacitación profesional de los docentes nórdicos, por ejemplo, es extraordinaria, pero el compromiso de su administración, también! No me refiero exclusivamente a la dotación presupuestaria sino a la calidad de la formación inicial y permanente, a la labor asesora y acólita de la inspección, a la coordinación de todos los servicios sociales que rodean a la infancia, etcétera, etcétera, etcétera. No se puede dar autonomía a los centros y exigir responsabilidad a los docentes sin la posibilidad real de ejercer esa responsabilidad y esa autonomía en condiciones, como mínimo, aceptables. Es decir, la evaluación del profesorado debe ser un aspecto más de una evaluación global del funcionamiento del sistema educativo.

Aun suponiendo que el profesor es evaluado en un contexto global -que es mucho suponer…-, no se debe evaluar tanto lo que el alumno sabe como lo que el alumno aprende. Parece un juego de palabras, pero no lo es. Me refiero a que deberíamos mirar la eficacia del sistema atendiendo a “los tramos recorridos” más que a “los puntos de llegada”. Para entendernos: las exigencias finales deben estar en relación con las situaciones de partida, lo que significa que enseñar a leer a un chico no escolarizado de doce años tiene tanto o más valor que preparar alumnos para la selectividad, por ejemplo. La excelencia no consiste en obtener resultados brillantes en el informe PISA sino en garantizar que todos los alumnos aprenden -y mucho!- en la escuela. No es un dilema entre equidad y excelencia, es que si no hay equidad no hay verdadera excelencia.


Aun suponiendo que el profesorado es evaluado en relación al aprendizaje promovido -que es mucho suponer…-, no debemos olvidar que la educación no es una manufactura. Es decir, que trabajamos con personas y no con objetos, que acompañamos una libertad y no gestionamos una fabricación. Nada es mecánico ni previsible en las relaciones humanas, nada está fatalmente determinado. Y los primeros que deberían saberlo son los propios expertos en educación. Nadie está en condiciones de garantizar un éxito escolar generalizado de la noche a la mañana. Ni tampoco puede exigirlo. Bien nos iría un poco de humildad y mucha más seriedad en las propuestas pedagógicas y en los proyectos de innovación educativa, un poco más de prudencia y mucho más rigor en las consignas, teorías y propuestas de las llamadas ciencias de la educación. Creo que una cierta dosis de realismo, paradójicamente, les tributaría mucha más credibilidad. Ya he escrito alguna vez que hay demasiadas innovaciones en educación y que muchas de ellas son puro fuego de artificio. Más que determinadas tasas de resultados académicos, lo más razonable que puede exigírsele al profesorado es el compromiso firme de mejorar. Y la evaluación debería contribuir a ello.

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Retomo con este texto algunos comentarios escritos en un anterior post. Juanjo Muñoz o Miguel Luis Vidal han escrito sobre el tema del profesorado y su compromiso con la mejora educativa. Creo que merecen ser leídos, pues está claro que es un tema clave respecto a las mejoras reales en educación. Personalmente me parece muy necesario reflexionar sobre ello. Quizás dejo aparte el verdadero meollo de la cuestión: qué indicadores debemos tomar para realizar esta evaluación cualitativa y qué criterios deben presidirla. El tema supera con creces mis posibilidades y quizás las de un blog, así que seguiré leyendo y pensando sobre ello…

4.4.08

Escola2018

Últimamente la educación ha pasado a primer plano en los medios de comunicación catalanes a raíz del Informe PISA, del estudio sobre el profesorado en Cataluña elaborado por la Fundación Jaume Bofill o de la huelga de docentes convocada para rechazar las Bases de la nueva ley de educación de Cataluña.

Algunos profesores creemos que es una oportunidad para convertir esta actualidad en un momento de reflexión y de acción positiva en favor de la mejora de la educación de nuestro país.

Un grupo de docentes nos hemos propuesto hacerlo a través de nuestros blogs mediante una propuesta abierta a la participación de todo el mundo: la etiqueta ESCOLA2018 (ESCUELA2018).


Etiqueta ESCOLA2018

Etiqueta de la escuela que queremos. Una propuesta colectiva basada en aportaciones positivas, personales y creativas sobre la educación que deseamos para dentro de 10 años. Seas del colectivo de padres, de maestros o de estudiantes, participa y haz oír tu voz a través de tu blog.

Las propuestas que quieran acogerse a esta denominación deberían tener tres características:

1. Propuestas positivas, no críticas. No hablamos de la educación que tenemos, sino de la que deseamos. Sueña y propón: el futuro lo construimos entre todos.

2. Propuestas personales, no rehechas. No enlaces artículos interesantes, opiniones de otros, referencias ajenas, sino enriquécelos con tu aportación. Sé personal y glosa, comenta, propón según tu propio punto de vista.

3. Propuestas creativas, no convencionales. No podemos cambiar las cosas si lo hacemos todo igual que lo hemos hecho hasta ahora. Hace falta empezar a pensar de nuevas maneras. Crea y explora, las nuevas situaciones requieren nuevas ideas.


Si tu aportación reúne las tres características, sea breve o extensa, llena de cordura o bien de locura, etiquétala Escola2018 (Escuela2018). Añade también otras etiquetas que orienten sobre el tipo de contenido: propuesta, referencia, buena práctica, reflexión, etc.


Te invitamos a publicarla también en un blog colectivo que hemos preparado.
Un blog que recogerá todas las aportaciones que se quieran incorporar.

Cómo hacerlo:

1 . Copia tu post en un correo electrónico.

2 . Pon el título de tu post en el asunto del correo que nos envías.

3 . Al pie del correo, escribe Escola2018 y añade un hipervínculo a tu blog.

4 . Envía el correo a educadorsblocaires.escola2018 [aquí va la arroba sin espacios] blogger.com

5 . Visita Escola 2018, el blog colectivo.

6 . Lee tu aportación! :-)


Como habrás visto, no hace falta tener un blog para hacer aportaciones: puedes enviar un correo electrónico y las tecnologías harán el resto.

Si también quieres ayudarnos a difundir la campaña, añade el banner a tu post o a tu blog.





Muchas gracias!

Esta iniciativa colectiva culminará en una Trobada d’educadores blocaires (“Encuentro de educadores blogueros”).
La organización Lacenet, que forma parte de iEARN, celebra este año su 10º aniversario y se ha ofrecido a acoger este encuentro el sábado 17 de mayo en Callús (Manresa).

Si tienes un blog y quieres encontrarte con otros educadores, no puedes faltar!

Para asistir, dirígete al wiki que hemos preparado para acogerla. En él iremos publicando las últimas novedades y la organización definitiva del encuentro.

Un saludo muy cordial del equipo impulsor de la propuesta ESCOLA2018 y organizador del encuentro,

Ramon Barlam
Marià Cano
Boris Mir
Irene Pelegrí
Anna Pérez
Àngel Solans
Artur Tallada

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Esta iniciativa responde al ámbito catalán, pero las dimensiones territoriales carecen de sentido en la red. Más allá de las diferencias lingüísticas y culturales, los temas educativos son comunes y quizá alguien quiera aportar su grano de arena en otra lengua que no sea el catalán. Será muy bien acogido!
Si además, alguien desea promover la misma iniciativa en su propia lengua, será fantástico.

21.2.08

Evaluación y confianza en educación

Hay en todas las propuestas de mejora de la educación una obsesión por la evaluación. De los conocimientos de los alumnos, de la capacidad de los docentes, de la eficacia de la implementación de los recursos TIC… de lo que sea. Hay que evaluar el sistema para garantizar que, a partir de ahora, las cosas saldrán mejor, parece ser la consigna del momento.

Leo en muchos foros que esta obsesión por la evaluación viene determinada por la influencia cada vez más creciente del mundo de la gestión empresarial. Es posible que así sea, pero creo que muchos olvidan que esta corriente siempre ha estado latente en el control social que se hace de la escuela. Creo que la única diferencia es que los sistemas educativos son ahora muy permeables a estas influencias y antes no lo eran. ¿A qué se debe esto?


Con la extensión masiva de la educación se ha garantizado el acceso a la educación de muchos más niños y jóvenes, pero no se ha garantizado el aprendizaje. Escolaridad para todos no significa éxito escolar para todos. Es verdad que el patrimonio cultural y el poder adquisitivo de las familias constituyen un hecho determinante en la consecución de mayores metas. Esto puede ser una explicación, pero no es una justificación. Precisamente, conociendo esta variable, los sistemas públicos deberían haber garantizado la compensación de esta desigualdad tan patente. Simplemente, se ha democratizado el acceso a la escuela, pero no se ha democratizado el éxito escolar. Y esta incapacidad ha generado una tremenda falta de confianza en el sistema.

En consecuencia, es esta desconfianza en la validez del sistema lo que ha permitido la penetración de ideas del mundo de la gestión empresarial en el ámbito educativo, olvidando una verdad incontrovertible: que la escuela no es una empresa. La desconfianza es la causa profunda de la actual obsesión por la evaluación. Se tiene la ingenua esperanza de que manteniendo en permanente auditoría al sistema educativo se garantiza una mayor eficacia y una mayor calidad. Y de que con ello se va a restituir la confianza perdida.

Pero perseguir la mejora del sistema a través de la evaluación es un error estratégico. Supongamos que tras evaluar minuciosamente todas las variables educativas tenemos un conocimiento más preciso de la realidad. ¿Necesitamos realmente este conocimiento para mejorar? ¿No serán esfuerzos dilapidados en afinar el termómetro para llegar a la conclusión de que el enfermo tiene fiebre? Todo profesor sabe que a base de poner más exámenes no mejora sustancialmente el aprendizaje. Puede aumentar la presión en un primer momento pero, a la larga, su valor de cambio se impone sobre su valor de uso: me esfuerzo en aprobar en lugar de esforzarme en aprender.

Insistir en la evaluación puede, al mismo tiempo, incrementar la desconfianza entre los propios agentes del sistema. Existe una fijación por parte de cada estamento en responsabilizar a otros de la situación actual: que si la administración, que si el profesorado, que si las familias, que si el contexto social… en fin, hay jarabe de palo para todos! Empecinarnos en encontrar las verdaderas causas y los verdaderos culpables es un lastre fenomenal a la hora de entendernos y de proponer mejoras efectivas. A estas alturas, me da igual quién tiene “la culpa” y cuál es “la causa” del estado actual de la enseñanza. Espero que Juanjo Muñoz, de Efervescente2H, me lo quiera perdonar… Seguramente, la responsabilidad estará repartida y allá cada uno con su trayectoria personal y su conciencia. Si consiguiéramos desterrar la búsqueda de culpables daríamos un gran paso.

Arrogarse este propósito contribuiría a abandonar otra creencia nefasta: la de pensar que de la búsqueda de las causas se desprende el hallazgo de las soluciones. La comprensión de las causas, su conocimiento preciso, puede que nos ofrezca un diagnóstico un poco más certero de la situación presente. Pero del análisis de las causas jamás obtendremos la invención de las soluciones. No hay un manual de instrucciones al que acudir ni un libro de recetas educativas que aplicar. Es más que probable que la situación actual necesite soluciones nuevas.


A mi entender, la posibilidad más viable que tenemos de recuperar la confianza en el sistema educativo es ponernos a trabajar juntos en la creación de propuestas educativas consensuadas. Propuestas que abarquen todos los aspectos educativos: desde la formación del profesorado hasta los currículums, desde la relación entre escuela y familia hasta el compromiso de todos los demás actores sociales. Lo primero debe ser restablecer la confianza entre los propios agentes educativos, que tanta falta nos hace. Y, a la larga, esto nos permitirá mejorar y recuperar la confianza de la sociedad.

Es consecuencia, lo más razonable sería poner el énfasis en la creación de proyectos innovadores y no en el establecimiento de formas más afinadas de control sobre el sistema. Generar confianza entre todos los estamentos para poder trabajar de forma conjunta y recuperar, con el tiempo, la credibilidad de la sociedad.

Acabo con un ejemplo de lo mío, que es el profesorado. Maija Flinkman , una profesora de Finlandia, comentaba lo siguiente sobre el sistema educativo inglés, en el que acababa de impartir una semana de clases:

“Una gran cuestión es la confianza. En Inglaterra los profesores estaban todo el tiempo hablando de las inspecciones y de las pruebas. Tengo la sensación de que esto es malo. Al parecer, esto restringe mucho la libertad de los maestros. En Finlandia los profesores son increíblemente libres para tomar decisiones acerca de cómo enseñar.” (27')

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No digo que no deba existir una evaluación del profesorado. Lo único que afirmo es que la falta de confianza no se resuelve con más evaluaciones sino con la convergencia de todos los agentes y con la mejora de la calidad del sistema. De la evaluación del profesorado estoy dispuesto a hablar, porque hay mucho que decir sobre ello. Pero será otra noche...

25.1.08

No voy a hablar del informe PISA...

... porque no lo he leído. Pero sí que he seguido con creciente desinterés las múltiples y variadas interpretaciones que se han hecho de él. No voy a entrar en el juego ni referirme a ningún comentario en concreto, pues todos los habréis leído en los blogs y tendréis, como yo, vuestras preferencias.

Me limitaré a convenir que probablemente tiene razón José Saturnino Martínez refrendando que la reacción que ha propiciado el Informe PISA es una prueba más del “atraso cultural” de nuestro país. Aunque no considero que el estilo español de debate intelectual sea la suma de anécdotas e indignación. Yo a eso no lo llamo ni debate ni intelectual. Y esa es nuestra gran desgracia: la ausencia de efectivo debate intelectual.

Más allá de recopilar datos, un informe debería servir para comprender e interpretar el contexto de los datos, para orientar las discusiones con realismo y para ayudar a tomar las mejores decisiones.

Como no lo he leído, no sé hasta qué punto los dos volumenes del Informe Pisa cumplen su cometido, pero a tenor de los comentarios, la mayoría de sus lectores no lo han utilizado para ninguna de las tres finalidades.

Algunos se apuntan a los detalles sin considerar el informe en su conjunto, otros lo abordan de forma general y omiten detalles y contexto. Los últimos insisten en el contexto para difuminar los detalles. Pero la gran mayoría coinciden en lo fundamental: lo utilizan para corroborar lo que ya pensaban antes de leer el informe. Y arremeten contra aquellos que opinan de forma diferente basándose en aquel aspecto que mejor conviene a su postura.

Un clásico. Qué difícil es tratar de apartar las opiniones de los hechos. Qué difícil es separar los sentimientos de los argumentos. Qué difícil es simplificar lo complejo sin caer en la caricatura o en la manipulación. Y sobre todo, qué difícil es comprender, aprender y cambiar.

Sociólogos, psicólogos, pedagogos, profesores, maestros, periodistas, políticos... cuánto nos queda por aprender! ¿Cómo vamos a enseñar el valor del conocimiento o de la búsqueda de la verdad?, ¿Cómo vamos a transmitir la importancia del respeto y el entendimiento?, ¿Cómo vamos a inculcar la necesidad civilizadora del acuerdo?, ¿Cómo vamos a proclamar la profundidad humana del encuentro con el Otro? ¿Cómo vamos, finalmente, a educar a nuestros jóvenes dando semejante ejemplo?

En fin, ya pasó el vendaval. Creo recordar que en algún blog se lamentaban de que dentro de unos meses todo quedaría olvidado. Pues menos mal, me digo yo. Porque los que no leeremos jamás entero el informe PISA tenemos mucho trabajo urgente cada mañana con nuestros alumnos. Y todo esto nos alborota, nos entretiene, pero no nos sirve para mejorar.

Algunos casi preferiríamos ignorar este falso debate intelectual. Quizás para no perder la esperanza de que los que sí deben leer a fondo el Informe Pisa y los que sí toman las decisiones, lo hagan de otra manera. Algunos preferimos, pues, pensar que, entre tanta cantinela y tanta confrontación, alguien con buen criterio utilizará el informe para tratar de entender qué pasa en nuestro sistema educativo y de tomar consensuadamente las decisiones que nos conduzcan a una mejora de la educación…

Por el bien de todos, que así sea.

Web del Informe PISA 2006 en inglés (Todavía no está en español) [Informe PISA en PDF]

Informe PISA 2000 e Informe PISA 2003 (En español)

El gobierno vasco ha traducido la parte referida al País Vasco.

El gobierno catalán ha elaborado un resumen de la parte referida a Catalunya.


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Los sindicatos catalanes se han puesto todos de acuerdo por primera vez en muchos años. Para organizar una huelga en contra de las propuestas del gobierno catalán. ¿No es posible que nos pongamos de acuerdo todos para ir a favor de algo? Qué cansancio me invade…

4.1.08

Quien tiene un blog educativo tiene un tesoro

Fase 1. ¿Quién dijo blog educativo?
Todo empieza el día que decides cambiar de bando: de lector a escritor. Puede ser un cursillo, un post inspirador o la caída del caballo. No importa: has entrado en la fe. Pide consejo a los más veteranos. A ellos les gusta y a ti te ahorrará darte de alta en el sitio inadecuado. Piensa bien tu primer post, pues en el futuro será tu retrato de joven. ¿Cómo, ya hiciste el clásico “Este es mi primer post” o “No sé muy bien para qué me va a servir esto”? Pues bienvenido a bordo!

Fase 2. Blog is blog
No basta con tener un blog, debe ser el tuyo. Anda, a postear con entusiasmo, a descubrir widgets y funciones. Y venga a perder horas de sueño con la plantilla -¿verde? ¿dos columnas? ¿arial? ¿foto?-. Aquí vas a meterle todo lo que puedas, por el placer de descubrir y aprender. Y, claro, vas a recomendar "nuevas" herramientas, que ya existían en versiones anteriores pero tú no lo sabes. No te apures, no vas a hacer el ridículo: nadie te lee. Disfruta de tu entusiasmo, es tu momento. Hay quien ha hecho del tunning de blogs una verdadera horterada obra de arte. Y ojo con el código html, que con dos golpes de ratón se espachurra el mejor blog.

Fase 3. Sí que come, el niño!
Ya descubriste la desintermediación: tienes tu herramienta de publicación como los grandes. Antes sacabas al perro, hojeabas el periódico, clasificabas sellos. Ahora, tienes tu blog. Toca apuntarse a todo: ránquing de blogs, comunidades educativas, planetas, satélites y meteoritos, listas y listos. Quieres ser alguien y vas a contribuir. Puede que compres tu propio dominio (unpocodeego.com), puede que pongas publicidad (o no), da igual, lo importante es que ya estás en la conversación. Porque ahora crees que con el blog vas a cambiar algo: la educación, el mundo o tu vida, todo cosas baladíes… Ya no eres un tipo escribiendo, eres un prosumer en la blogsfera educativa de la red dospuntocero y se te nota en el semblante. Un nuevo y hermoso credo: aprendemos juntos, somos colegas y compartir es bonito. Temblad, malditos!


Fase 4. The non profit dilemma. ¿Y esto, para qué me sirve?
Has descubierto que tener un blog es fácil. Y que mantenerlo actualizado te lleva un buen rato. Pero ahora descubres que lo difícil es que te lean y, sobre todo, que te tengan en cuenta. Aquí empiezan tus dudas, ¿y esto para qué me sirve? Puede que divulgues algunas buenas ideas o herramientas educativas, puede que ganes dinerillo (¿?) con la publicidad, puede que te inviten a eventos y que incluso te paguen el avión, puede que te codees con fantasmas gurús de la blogsfera y cobres por publicar o puede que tu ego salga reforzado (o destrozado!). Tú sabrás si te compensa de las obligaciones que conlleva un blog. Pero ya llegaste y llegar es morir un poco. Nota los síntomas: has dejado de hacer comentarios de más de tres líneas en otros blogs y cultivas el noble arte del metablog. Y publicas el imprescindible post "Coño, me están copiando a saco!" “Autoría, propiedad intelectual y buena educación en la red 2.0”.

Fase 5. ¿Oiga, sabe si falta mucho para el final?
El blog se ha convertido en una obligación y a ti solamente te falta eso, obligaciones!
Vas a buscar una manera elegante de partir: me ha llamado el subdirector general de innovación educativa, me contrató Google, me enamoré. También puedes dejarlo morir de inanición. No será fácil, estás enganchado y hastiado a la vez. Pero tampoco te apures, que es como dejar de fumar: lo más duro son los primeros días y las recaídas accidentales. Ten fuerza de voluntad y, sobre todo, NO abras otro blog!



Anda, confiesa que has pecado, identifícate con alguna de las fases y sonríe un poco, que hay vida después de los blogs. Si lo tomaste a mal, ya sabes: te disfrazas de troll anónimo y a machacar en los comentarios. Si lo tomaste a bien, resiste la tentación de contarlo en tu blog!

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Espiral ha convocado el II Premio Espiral Edublogs 08. Juanmi Muñoz me invitó "a calentar motores" publicando un artículo sobre algún aspecto relacionado con el tema del premio. Como el tema es muy serio, decidí abordarlo con humor y este fue el resultado. Lo publico también aquí para mitigar un poco la seriedad excesiva que tiene este blog y para que os animéis a participar en el premio!