17.7.16

Innovación educativa y desigualdades

Mezclar innovación educativa y desigualdad siempre me ha parecido algo tramposo. Hay quien piensa que en algunos centros se trabaja diferente porque no se puede trabajar de "forma normal". Es una idea recurrente a la que hemos contribuido, sin querer, muchos de nosotros, trabajando en centros con alumnos con grandes dificultades. La innovación es para los que "no se adaptan" al sistema. Menuda estupidez.

Existe la otra cara de la misma moneda: las escuelas innovadoras son para las familias de clase media que quieren que sus hijos aprendan cosas "modernas y divertidas" porque en casa ya se forman "culturalmente". Menuda simpleza.

Promoción 1996-2000 Institut Els Merinals (Sabadell)
La innovación educativa de verdad nada tiene que ver con ser divertido, moderno o superficial. Ni tampoco sirve para compensar o maquillar las desigualdades sociales. La innovación  educativa sirve para transformar la educación, de verdad, llevando a las aulas ideas nuevas que proporcionan un aprendizaje de mayor calidad a nuestros alumnos. Alfons Cornella lo resume en tres palabras: ideas, valor y resultados. Yo, también: sangre, sudor y lágrimas.

Añadan creatividad, riesgo, visión y liderazgo, O sea, dicho a la manera de andar por clase, añadan personas valientes con imaginación y propósito que tiran del carro sin desfallecer. Eso, en un centro escolar, es innovación educativa. Lo demás, es otra cosa.

Insisto: llevando a todas las aulas ideas nuevas que proporcionan una educación de mayor calidad a todos los alumnos. Independientemente de su situación personal, familiar y social.

Qué nadie se engañe: las pedagogías tradicionales esconden su obsolescencia gracias a la compensación social. Dicho llanamente, las pedagogías tradicionales reproducen las desigualdades y consolidan la estratificación social. Esto está más que demostrado: el principal predictor del éxito escolar en la escuela convencional es el nivel de estudios de la madre o cuidador principal del niño.  Determinadas prácticas educativas están reñidas con la calidad y con la equidad y no son precisamente "innovaciones". Una enseñanza de calidad tiene otras características.

Y por eso no hay pedagogías innovadoras específicas para reducir las desigualdades, ni para "alumnos con dificultades". Las pedagogías innovadoras son una necesidad para todos, son una oportunidad para mejorar el sistema educativo.

Desgraciadamente, lo convencional está tan obsoleto que los padres necesitamos que nos digan que la escuela que nos ofrecen no es aburrida, segregadora, despersonalizada, memorística, selectiva, burocrática o violenta. Y por eso hay mucho humo y mucha superficialidad, porque la innovación se vende bien.

Sin duda, debemos evitar el discurso demagógico y superficial sobre la innovación, pero ayudando a clarificar, no haciendo caricaturas de la innovación para ridiculizarla después. Que la crítica razonada no nos paralice!

Desde mi punto de vista, las pedagogías innovadoras deben generalizarse para aumentar la calidad educativa de todo el sistema. Escribí hace un año que era urgente y necesaria una actualización disruptiva de las escuelas. Y estoy en ello en cuerpo y alma en este momento en Catalunya.

Y, a la par, creo que las desigualdades escolares se deben superar reduciendo las desigualdades sociales. En la mayoría de los casos, más allá de la escuela. Hablo de justicia social, redistribución de la riqueza, servicios públicos de calidad y cosas así. Distintos ámbitos, misma lucha. No mezclemos inopinadamente innovación educativa y desigualdades.



Esta presentación, en catalán, presenta dos ejemplos personales -con 20 años de diferencia!- sobre personalización, gestión social del aula y aprendizaje relevante. Buenas o  deficientes, son las mismas bases pedagógicas para alumnos socialmente desfavorecidos que para alumnos de clase media. No sé si es innovación, pero es lo mejor que sé hacer en clase.

La usé en mi intervención en el simposio «Pedagogías innovadoras: motor para
la equidad y la calidad educativa». Agradezco mucho a Val Mendes de la Fundació Jaume Bofill su invitación a participar.