21.7.06

Las preguntas de los alumnos

Seamos francos: las preguntas que apreciamos los profesores son aquellas que enriquecen nuestro discurso, que permiten una profundización en lo expuesto, que denotan una escucha atenta y una buena comprensión. Las preguntas que permiten que la clase "avance" en la dirección que nos hemos propuesto.

Pero, realmente, ¿es esa la función de las preguntas de los alumnos? Solamente "los buenos alumnos" hacen este tipo de preguntas. En el mejor de los casos sirven para ordenar su pensamiento, para afianzar su comprensión. En el peor de los casos, para distinguirse y certificar el reconocimiento del profesor, para sentirse "tan inteligentes" como sus propias preguntas...

Pero como afirma Perrenoud,
"esta concepción de las preguntas disuade a quienes realmente deberían plantearlas porque lo necesitan, ya sea porque no han escuchado bien, porque no han ubicado bien el contexto o porque no han entendido bien la explicación o el fondo de la cuestión. Las verdaderas preguntas son peticiones de ayuda y, por lo tanto, reflejan dificultades."
PERRENOUD (2001)
Desarrollar la práctica reflexiva en el oficio de enseñar
Barcelona, 2004; Ed. Graó; p.169


Creo que, paradójicamente, las clases expositivas son bastante poco indicadas para las preguntas. Los alumnos que realizan preguntas verdaderamente necesarias y ponen en evidencia su legítima ignorancia, se exponen al juicio de sus compañeros -cuando no del propio profesor!-, detienen el curso de la clase, focalizan el discurso del profesor en un aspecto que, muy probablemente, no interese al resto de sus compañeros. Para no exponerse a no recibir respuesta, a sentirse ridículos o a escuchar velados comentarios irónicos, los estudiantes en dificultades aprenden pronto, sencillamente, a no hacer preguntas.

Estoy convencido de que el tema de las preguntas no es un tema menor. La transparencia del lenguaje en el aula pone en evidencia que plantear preguntas o responderlas "nos remite a una relación con el poder, con el saber y la ignorancia, con el riesgo y con el secreto", como afirma Perrenoud. Y eso no es un tema menor.


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Siempre me ha interesado mucho el discurso en la escuela y especialmente el lenguaje hablado en el aula. No tanto en su vertiente de sistema de comunicación como en su componente de expresión de la identidad y de las diferentes actitudes del que habla. Pero este comentario está motivado por un post de Fernández Enguita en el cual, para criticar ciertas opciones metodológicas, menosprecia una pregunta y a una joven maestra que "se permitió" hacer una pregunta que él considero impropia de la sesión "La Europa del conocimiento: educación e investigación" del V Encuentro Salamanca. Una verdadera lástima.

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