14.10.12

Productividad personal y competencia digital

Lo digital se ha instalado en nuestro día a día, forma parte de nuestros hábitos. Muy a menudo, su adopción ha sido progresiva, casi imperceptible. Ahora lo digital es omnipresente y hay que aprovecharlo de forma eficaz.

Esto requiere más conocimientos y un mayor grado de desarrollo de la competencia digital. No basta con utilizar una aplicación, hay que ponerla verdaderamente a nuestro servicio. Una manera razonable de hacerlo es repensar los procesos en clave digital en lugar de incorporar más y más utilidades. Es decir, hay que pensar lo digital a partir de las necesidades del proceso, no de las funciones del servicio o herramienta.

Pongo el ejemplo del correo electrónico. Ya no se trata de saber cómo funciona el correo web, mandar correos en copia oculta, adjuntar un documento o usar un filtro. Eso ya lo hemos aprendido todos. Se trata de un conocimiento de segundo grado: cómo ser eficaz, cómo optimizar su uso, cómo sacar mayor rendimiento. Tener infinitos correos en la bandeja de entrada, consultar el correo permanentemente, usarlo de almacén de documentos, ignorar la sincronización, etc. no es una manera competente de usar el correo web. Pierdes mucho tiempo y, lo que es peor, pierdes mucha energía de trabajo.

Tampoco se trata de aplicar todas las funciones: no vale la pena perder el tiempo etiquetando pues es más útil saber buscar mejor; no tiene sentido tener tres bandejas de entrada o marcar “prioritarios” si vas a procesar todo el correo; estar siempre conectado interrumpe tus tareas y tu concentración… etc.  Ser competente, pues, no es emplear muchas funciones, sino dominar las que te convienen.

A mí me gusta el GTD de David Allen, pero cualquier otro método de productividad puede servirte. Cuento cómo lo aplico al correo, uno de los usuales “comedores de tiempo” de los equipos directivos. A modo de ejemplo, claro, que no de modelo.

Procesar el correo una vez al día consiste en:
1. Borrar!   Si con el asunto tienes bastante, borra el correo sin leerlo. La mayoría de comunicaciones de los servicios web son irrelevantes para tu trabajo. No digamos la publicidad.
2. Delegar.   Eso es reenviar, claro. Si deben hacer algo por ti, agrégate un recordatorio en la lista de tareas. No abuses del reenviar para compartir, muchas veces es mejor borrar y no dar la lata a tus colegas.
3. Responder.  Responder solamente si se puede hacer en dos minutos o menos (sic). Estás procesando el correo, no estás resolviendo los temas.
4. Convertir en una acción. Si el correo requiere respuesta pensada o un trabajo, añádelo a tu lista de tareas y/o a tu calendario. Insisto: no te pongas a trabajar en ello, procesa todo el correo primero.
5. Archivar. No dejes nada en la bandeja, a menos que forme parte de alguna tarea inmediata. En ningún caso dejes correos en los que estás en copia o que no requieren ninguna acción.
6. Cerrar el correo y ponerse a trabajar! Si no trabajas con una aplicación local, trabaja en desconexión o en otra pestaña. Si usas las tareas de gmail, ellas te llevarán al correo cuando lo necesites. Porque si trabajas con la “ventanilla abierta” estás perdido. Te llegaran nuevos correos, irás de un tema a otro y tendrás en tu cabeza demasiados temas que agotarán tu atención y concentración. 
Es un ejemplo, pero creo que vale para otras muchas actividades. El trabajo en equipo, el seguimiento de procesos, la actualización permanente de la información, la gestión documental compartida, la redacción en grupo… son necesidades profesionales que pueden ser resueltas de forma óptima con el buen uso de herramientas digitales. Pero hay que saber cuáles convienen a tus actividades y cómo usarlas en beneficio propio.

La buena digitalización empieza enriqueciendo digitalmente nuestras tareas profesionales para acabar transformando procesos y productos. Sabes que estás en el buen camino cuando mejoras tu productividad personal o tus capacidades profesionales. Esto requiere conocimientos, no basta con ser un mero usuario de herramientas y servicios, hay que ser un competente digital. Y eso, como todo en la vida, se aprende.



6.10.12

Embudos y abanicos

Hay actividades didácticas que conducen a una sola solución. Generalmente, la solución.
Sea un dictado, una operación matemática, una conjugación o un test de comprensión. Todos los alumnos llegan al mismo punto, sin importar el lugar de salida. Son las actividades embudo.

Hay otras actividades que, partiendo del mismo origen, conducen a infinitos resultados: una creación musical, un comentario de texto, una traducción, una descripción literaria o una valoración personal. Son actividades abanico.

Los embudos son fáciles de corregir y calificar, admiten poca subjetividad y tienen un cierto aire de objetividad e incluso de justicia. Los abanicos, contrariamente, apenas resisten una comparación a base de criterios de éxito o rúbricas de corrección. Su corrección es más subjetiva, compleja, criterial. Las calificaciones parecen arbitrarias, teñidas de subjetividad.

No hay una modalidad mejor que otra. Depende de los objetivos de aprendizaje que nos propongamos, pues sirven a finalidades diferentes. Sin duda, son necesarios embudos y abanicos para una buena formación. Los abanicos permiten expandir los límites, promueven la expresión personal, la singularidad. Pueden mejorar la imaginación o la creatividad. Los embudos favorecen la apropiación, estimulan hábitos, generan automatismos. Pueden mejorar la atención o la memoria.


Una última observación: en ambas actividades conviene no olvidar el proceso mediante el cual se llega al resultado, sea este abierto o cerrado. Personalmente me parece mucho más relevante este aspecto que la defensa de la supremacía de los abanicos o de los embudos. Solamente mejorando los procesos se mejoran los resultados. Y los procesos mentales, cognitivos o afectivos, son invisibles. Dejan poco rastro en los resultados. El buen docente debe saber encontrarlos para dar con las causas de los errores, con la dificultades del aprendizaje, con los bloqueos o las carencias... Creo que en los temas importantes, sin el diálogo pedagógico y la metacognición, es prácticamente imposible ayudar a mejorar a los alumnos. Pero este sería otro tema.

A mi me gustan más los abanicos que los embudos, seguramente fruto de mi propia formación y mis inclinaciones personales. Probablemente también de mis debilidades. Procuro equilibrar los tipos de actividades que propongo a mis alumnos.

Te propongo que mires tu praxis y cuentes tus embudos y tus abanicos. O lo hagas con los deberes de tus hijos, si no eres docente. Igual te sorprendes.

16.9.12

Proyecto de centro, ¿paella o ensalada?

Los proyectos educativos pueden no estar escritos en un documento, pero están implícitos en las prácticas efectivas de los centros. El proyecto puede ser tácito o explícito, pero existe. En el peor de los casos es la adición de diferentes prácticas docentes, rutinas organizativas y aplicación convencional de instrucciones administrativas. En el mejor de los supuestos, es una visión compartida liderada por un equipo, con voluntad de mejora y de servicio público.

Todas las individualidades, estilos docentes y posturas pedagógicas del profesorado deben encajar con cierto margen en el día a día del centro. Y eso, nunca es fácil.

La base de la paella es el arroz: sin arroz no hay paella. Esa puede ser la base compartida de un claustro para, después, poder incorporar con tacto y negociación todas la aportaciones de los  profesionales. Uno aporta una pequeña dosis de verdura, otro incluye gambas y un tercero ofrece costilla de cerdo. Un buen equipo de cocina sabe personalizar las recetas.

Aunque hay muchas y buenas maneras de elaborar una paella, hay ingredientes que, desafortunadamente, no encajan. Si quieres añadir vinagre, simplemente, ese no es tu proyecto. O sea, ese no es tu centro. Tendrás que adaptarte -¿qué tal, un poco de limón?-, proponer otra base para el proyecto o procurar cambiar de centro. Cuando discrepa, un buen profesional no se dedica a poner vinagre en una paella. Se dedica a proponer un proyecto alternativo, basado en la ensalada, por ejemplo. Con honestidad y de forma transparente, no creando antagonismos artificiales o animando hostilidades y mal ambiente.


Los proyectos educativos que no son capaces de incorporar aportaciones son nefastos. Se dan en centros  conducidos con apatía o con el "ordeno y mando" de direcciones personalistas o acomodadas. Son colegios e institutos monocordes, sin contrastes, sin nuevas aportaciones. Centros que no aprenden, que no incorporan el saber profesional de todos, que no pueden mejorar. No atraen el talento, ni despiertan el compromiso de nadie.

Estar en un equipo directivo es muy difícil por muchas razones. Sin embargo, para mí, la mayor dificultad es lograr este equilibrio entre una base pedagógica y organizativa común, orientada a una visión, y la capacidad de integrar diferentes sensibilidades, estilos docentes y saberes profesionales. Así que tienes que estar dispuesto a convencer, formar, comunicar... al mismo tiempo que a escuchar, integrar y evolucionar. En ese reto estamos, en el Institut Escola Les Vinyes, arrancando con alegría un nuevo curso.

2.9.12

Sobre la temporada en Barcelona

SOBRE LA TEMPORADA EL INICIO DE CURSO EN BARCELONA

Cuando llega el otoño las gentes los docentes de esta bendita ciudad
comienzan a telefonearse mandar wasaps rápidamente
organizan tremendas fiestas y se besan y se saludan
hola qué tal cuánto tiempo te quiero mucho llámame.

Entonces yo me afeito con cuidado
pongo una de mis caras más miserables
guardo un par de Alka-Seltzer citas pedagógicas en el bolsillo
e inauguro mi vida social curso académico.

Algunas veces aterrizo en blandas casas reuniones de profesores
en donde me reciben con aparente sorpresa
y después de saludar a los anfitriones coordinadores
tomo un vodka con hielo y comienzo a decir barbaridades
a fin de aterrorizar a la concurrencia los jefes de Departamento.

En otras ocasiones el éxito no es tan claro
ya que me veo metido en serias discusiones sobre el futuro del país de la educación
en apartamentos universidades en donde sólo dan vino tinto
y nadie lleva corbata por el qué dirán.

Lo peor son las reuniones en editoriales el ministerio de educación
en las que siempre aparece un uruguayo experto educativo con mirada de buey
que acostumbra a emborracharse y a cantar tangos
y acaba recordando a su querida mamacita cuando aun daba clases.

En estos casos yo ataco al imperialismo norteamericano los currículos por competencias
me tomo varios martinis secos y firmo autógrafos manifiestos
y procuro esquivar a las ávidas matronas encargos e informes
que me persiguen por los pasillos y lavabos.

Y así se nos echa encima la Navidad la primera evaluación
y el cartero deja sobre la mesa un montón de felicitaciones exámenes
de personas alumnos que he visto hace menos de veinticuatro horas
o de individuos gurús educativos  a los que no conozco y que me ofrecen
su amistad o un nuevo detergente método educativo o sus mejores deseos
para el maldito próspero Año Nuevo Informe PISA.

De este modo vivo y procuro eludir
la multitud de trampas que me tienden
abandonando las fiestas los encuentros educativos por la puerta trasera
acariciando a las niñas y duchándome
mientras espero con paciencia que el ambiente se calme.

Está claro que yo podría hacer mucho mejor las cosas
y tener una agenda y acordarme de todo
pero no tengo tiempo porque quiero ir a casa
y meterme en la cama y perpetrar un poema un post en el blog
después de haberme duchado twitteado por enésima vez.

José Agustín Goytisolo, de "Bajo Tolerancia"
hackeado por Boris Mir "Bajo Clemencia"

Aquí puedes escuchar el original en la voz del poeta:


Que tengáis un buen inicio de curso en Barcelona y en todas partes!

17.6.12

La construcción del éxito y del fracaso escolar

Evocar un viejo libro de Perrenoud en el título no solamente señala la vigencia de un texto de hace 15 años. Es una verdad como un templo. Y más estos días en que en España evaluamos y ponemos notas a troche y moche…

No hace falta insistir en la escasa utilidad de la repetición de curso. Está más que demostrada. Su única virtud es la de dejar atrás a los más pobres, más tontos o más gandules. O sea, abandonar a los más necesitados de educación a su triste suerte, en un curso de niños más pequeños. Ojos que no ven, corazón que no siente.

En las evaluaciones finales siempre plana el debate sobre la necesidad de aprobar a muchos o a pocos. Qué majadería! La necesidad no está en que aprueben, está en que aprendan. Y eso es una suma de tantos factores que no se puede garantizar. No fabricamos objetos, formamos a personas. Cosa pausada, compleja y bella.

Nos aferramos a poner notas, calificar, comparar. Nos atrapamos en fabricar una excelencia, una entelequia basada en artificios contables. Pues sin éxito escolar, no hay fracaso escolar.

A lo largo del curso vamos poniendo números y más números… Luego, claro, ya enzarzados, las letras y las cifras nos arrastran a una vorágine de calificaciones, boletines y juicios sumarísimos: insuficiente, suficiente, bien, notable, sobresaliente.

Nos autoengañamos con las notas, con su falso valor de cambio, cuando en realidad no hay más valor para el aprendizaje obligatorio que su valor de uso: aprendí algo, pues soy más sabio. Ergo más libre.

Clase en el Institut Escola Les Vinyes

La educación obligatoria debe cursarse y punto. Los profesores debemos crear condiciones para que el aprendizaje sea posible. Un curso son sólo unos días que se aprestan a pasar, un diminuto instante inmenso en el vivir. Después mirar la realidad y nada más, que decía Silvio.

Tus alumnos saben lo que saben. Aprendieron lo que aprendieron. No fuimos capaces de más. Ni tú, ni ellos. No busques causas pasadas. No juzgues. No condenes lo que ya terminó. Aprende algo y mejora tu próximo curso.

Hice cuanto pude, profesor.
Yo también, alumno.
Pues un abrazo y buena suerte!

20.5.12

Pagar por trabajar en una escuela pública


La huelga estatal de educación del próximo martes 22 es la última huelga educativa que hago. Porque la huelga me parece un sistema inadecuado de protesta en los servicios públicos. Porque creo que perjudica a nuestros alumnos, a nuestras clases y a nuestros centros. Porque afecta poco a nuestros verdaderos “patronos”, la administración y el gobierno local y damnifica la imagen de los centros públicos y de sus trabajadores.

Comparto completamente los motivos de la huelga, pero no los métodos. Siento que la defensa imprescindible de la educación pública requiere otras iniciativas, más positivas, más directas, más efectivas, más adecuadas a los tiempos actuales. No tengo claro qué hay que hacer, pero hago esta propuesta concreta, que es mejor que nada, para futuras movilizaciones.

La próxima huelga voy a ir a trabajar pagando. Voy a entregar la nómina de ese día a la Asociación de Padres y Madres de mi centro. Y voy a dirigir una nota a mi comunidad educativa parecida a esta:

Estimados pares y madres, 
Dada la gravedad del deterioro de la educación pública que estamos padeciendo considero imprescindible actuar y hacer acciones positivas más allá de la queja y la protesta.  
Adjunto con esta nota mi salario correspondiente al día de huelga convocado. Administradlo según vuestro parecer para que pueda ayudar a la mejora de la educación pública: comprando materiales para el centro, financiando recursos educativos para las familias en paro, ayudando a cubrir déficits económicos de las actividades extraescolares, dotando de recursos la biblioteca del centro… 
Os pediría que reflexionarais con vuestros hijos sobre la importancia de la escuela pública y la necesidad de su defensa. Yo no voy a hacerlo en clase, porque no quiero incurrir en la demagogia o el adoctrinamiento. Vamos a trabajar con normalidad y tesón, como hacemos cada día. 
Solamente me queda agradecer la confianza que depositáis en la educación pública y en sus profesionales. Que sea por mucho años! 
Cordialmente, 
Boris Mir, profesor de educación secundaria

Voy a tratar de convencer a mis colegas del claustro para que se sumen a esta propuesta. En mi centro hay alegría y compromiso, trabajo exigente y ganas de mejorar. Todos estamos por la pública, pero desencantados y entristecidos por los escasos efectos de las huelgas. El sueldo de todos no es mucho, pero tiene un gran valor simbólico. Quizás ayudemos a recapitalizar nuestros centros, a lo mejor podemos dar ejemplo a las familias y hacer que se sumen a la defensa de la educación.



Seguro que habrá otras alternativas. Seguro que se puede mejorar esta propuesta. Busquemos más formas de ayudar a la educación pública, más allá de la queja que nada ofrece. Estaré interesado en conocerlas y en sumarme ellas.

6.5.12

Habilidades ejecutivas

La habilidades cognitivas se encuentran perdidas entre los contenidos –conceptuales, factuales, procedimentales o actitudinales-  y la irrupción de las competencias en los currícula. Nadie focaliza en ellas, salvo si el docente tiene interés personal por el “aprender a aprender” o por algún programa de enriquecimiento intelectual. Todo muy vago y tangencial respecto de los ejes troncales de la escuela.

El nuevo libro de José Antonio Marina trata de la inteligencia ejecutiva, una manera lúcida de unir inteligencia emocional e inteligencia racional a partir de la acción. Me ha encantado pues creo que las habilidades ejecutivas son también otro olvidado componente esencial de la inteligencia. Concretamente, son aquellas habilidades que guían la acción, que nos permiten actuar con éxito.

¿A qué me refiero? Pues a ser capaz de lo siguiente:

1. Diferir la reacción.  Ser capaz de aplazar la respuesta, de manejar la impulsividad. Esto comprende evitar la acción/reacción y exige un control de las emociones. Hablar sin pensar, apresurarse a responder, interrumpir al compañero... Muchas veces, el jinete debe ser capaz domar al elefante.

2. Dirigir la atención. Ser capaz de concentrarse en la tarea y saber evitar las distracciones. Esto comprende iniciar y mantener la evocación dirigida, que diría Antoine de La Garanderie. Controlar la memoria de trabajo. Más que imprescindible en entornos digitales, una vez superado el mito de la multitarea…

3. Establecer metas. Ser capaz de imaginar un resultado y planificar su consecución. Comprende establecer qué pretendes lograr en un plazo de diez minutos o de diez días. En el trabajo momentáneo, en el estudio, en la preparación de los exámenes…

4. Actuar estratégicamente. Ser capaz de cambiar de rumbo, de aprender de los errores, de adaptarse a las situaciones que surgen y tomar decisiones a lo largo del proceso. Aprender no es un camino recto y previsible: es un reto autoimpuesto que hay que dirigir.

5. Mantener el esfuerzo. Ser capaz de soportar las dificultades, las resistencias, las incomodidades. Sostener cierto ritmo de trabajo continuado. Un poco de hambre, un poco de frío y un poco de sueño, recomendaba Confucio. Fortaleza de carácter, cultura del esfuerzo, capacidad de sacrificio… pues eso, llámalo como quieras.

Orchestra del Teatro Comunale di Bologna

José Antonio Marina propone parecidas habilidades ejecutivas en su libro. Yo no comparto su idea de que la metacognición o la capacidad de aprovechar los conocimientos previos constituyan elementos de la parte ejecutiva. Pero mejor que te leas el libro porque vale la pena!

Los profesores deberíamos intentar actividades y reflexiones que integraran estos aprendizajes en todas las edades. No en una tutoría o una optativa específica, sino cuando abordamos el desarrollo de las competencias y la adquisición de los contenidos curriculares. En definitiva, deberíamos integrar las habilidades ejecutivas en nuestro trabajo ordinario, en la letra pequeña de cada clase que hacemos.

10.3.12

Cambiar, sí, pero ¿cómo?

A veces uno piensa que el cambio es el resultado de tener una buena idea y llevarla a cabo. Te dirán: “Cambiar es hacer algo". Muy bonito. Pero no funciona. Haces cosas en tu escuela… y todo sigue igual, ¿verdad?

Quizás has pasado por alto que para hacer cambios efectivos en tu centro o en tu clase debes hacer cosas en tres ámbitos: en el de los sentimientos, en el del contexto y en el de los razonamientos. Y, seguramente, en este orden.

Los hermanos Heat usan la metáfora del elefante y el jinete del psicólogo Jonathan Haidt para subrayar la importancia de los sentimientos para movernos a la acción. A mí me gusta usar una imagen para poner en evidencia que “el elefante” es mucho más grande, impetuoso y fuerte que “el jinete” y que no vas a dominarlo fácilmente…

"Elephant and man in field"

Por otra parte, el contexto es el gran olvidado en los cambios. Si no cambias el contexto, no vas a cambiar los comportamientos. Cuando pongo un examen separo las mesas. No trato de “convencer” a los alumnos de que deben trabajar en silencio y de forma individual.

Si quieres trabajar en grupo, cambia la distribución del aula. Si quieres introducir las PDI, quita las pizarras verdes. Si quieres trabajar por proyectos globalizados, descarta evaluar las materias. Si quieres innovar en tu centro, elimina la interdependencia organizativa. En resumen: motiva al elefante y convence al jinete… pero no te olvides de allanar el camino!

He contado formalmente, y no tan formalmente, la necesidad de actuar siempre en los tres ámbitos. No puedo hacerlo en un simple post porque el tema da para mucho. Pero hice un breve resumen para unas jornadas de formación y aquí lo tienes: