27.10.15

Maestros internos residentes

A pesar de haber terminado mi paso por el equipo directivo del Institut-Escola Les Vinyes, no consigo equilibrar mi tarea docente con las demandas y los temas de formación y asesoramiento. Creo que nos pasa a muchos.

Estar centrado en tus alumnos y en tus clases, participar activamente en tu centro, acoger a alumnos en prácticas, etc. absorbe completamente mi jornada laboral. Si a ello le añado el sobreesfurezo, que considero opcional pero necesario, por compartir y publicar en la red, me encuentro con que mi vida familiar y mi salud personal se resiente. No doy abasto, lo siento.

Entiendo que nuestra experiencia en el Institut-Escola Les Vinyes y los muchos años de docencia pueden ser útiles a otros compañeros y personas. Recibo con alegría y sorpresa numerosas peticiones de personas, escuelas, instituciones, periodistas... De verdad, estoy muy agradecido. Pero ambas cosas no son compatibles. O yo no soy capaz de hacerlas compatibles.

Más allá de cierta angustia personal, creo que es un indicador de un problema más de fondo: la formación, acompañamiento, etc. más demandada y valorada está centrada en los docentes que estamos en los centros educativos, pero no existen mecanismos para hacer compatible la formación con la docencia activa.

Naturalmente que hay muchas personas que no están en el aula que ofrecen cursos, conferencias, asesoramiento... pero con el tiempo van perdiendo frescura, sentido de la realidad, credibilidad. Y también hay muchos, todo hay que decirlo, que han hecho de ello un modus vivendi que no aporta valor real, que venden mucho humo y desacreditan la formación, engrasando el marketing de determinadas empresas y fundaciones. Ya me entendéis.

Equipo médico 

En cambio, pongo el caso de César Bona, maestro excelente y conocido, que deja su aula para poder participar en actos y conferencias y para asesorar a Aldeas Infantiles. ¿No debería ser contratado por el mismo ministerio para aconsejar, asesorar, ayudar a otros maestros y escuelas? ¿No debería ser el coordinador principal de algún grado universitario dedicado a la docencia?  ¿No podría hacer compatible media jornada en el centro con otra media retribuida para difundir sus prácticas?  O mejor aún, ¿no podría reducir su carga lectiva para convivir -en su centro, en su día a día- con  jóvenes maestros a los cuales pudiera tutelar y formar?

Quizás los buenos maestros deberían ser como los buenos doctores que, en los centros hospitalarios, tutelan a jóvenes médicos en su lugar de trabajo. Poder tener, en fin, a "maestros internos residentes" para hacer compatible la docencia activa con la formación, el asesoramiento y la mentoría.

Nota: Me  preocupa mucho la formación de los docentes. Escribí este texto hace semanas, pero consideré que era demasiado personal para publicarlo y publiqué otro. Estos días he visto que Fernando Trujillo también está preocupado por el tema y que en Catalunya se plantean cosas parecidas. Aquí va una visión personal de este tema.

11.10.15

Formación permanente del profesorado

En la inaplazable transformación de la educación, la formación permanente del profesorado tiene un papel determinante. Últimamente, en distintos proyectos y reuniones hemos tratado de la formación del profesorado en activo y, sinceramente, no tengo claro cómo debería organizarse. Sin embargo, pienso que el diseño de la formación del profesorado debería asumir determinados principios para ser más potente y transformadora. Enumero algunos, para la reflexión pública.

1. Trabajo y aprendizaje van juntos.
No hay un momento para trabajar y otro para aprender. Aprendemos trabajando y trabajamos aprendiendo: este es el modelo eficaz de formación en entornos profesionales complejos, flexibles y en constante cambio. Los cursos de verano o encuentros abren puertas y ventanas, es decir, informan pero forman poco.

Clase en Les Vinyes
Trabajar y aprender a la vez requiere de cierto estrés e incertidumbre constante. Si aprendes algo haciéndolo, no vas a hacerlo bien a la primera. Hay que asumirlo y convivir con ello. Equivocarse, rectificar y seguir sin penalizar los errores. Así es como se aprende, también en la formación permanente.

2. Aprender no es un evento, es un proceso constante.
Aprender es un proceso continuo, permanente, constante. Y un proceso integrado en las herramientas y actividades del trabajo profesional. Los periodos o unidades de formación se fragmentan cada vez más, pero son constantes. Aprendemos durante unas pocas horas o incluso minutos pero reiteradamente.
Breves situaciones de aprendizaje que adquieren sentido en un flujo de aprendizaje continuo. Quizás es el estilo dominante para cierta autoformación permanente o para el buen acompañamiento entre colegas.

3. Las necesidades del contexto determinan el contenido.
Aprendemos lo que necesitamos. Aprender siempre es contextual, lo relevante viene determinado por el desempeño profesional en situaciones específicas. Ahora me iría bien saber sobre esto, conocer mejor esto otro, saber hacer aquello.
Así que aprendemos cuando queremos o tenemos la necesidad de hacerlo.

Aprendemos cuando obtenemos un beneficio de ello, no cuando otros deciden qué debemos aprender, sea la dirección del colegio, sea la administración o la gerencia. También los aprendizajes profundos o reflexivos surgen de una necesidad: comprender, reorientarse, repensar las cosas, evaluar, crear.

4. La formación eficaz es radicalmente personal.
El aprendizaje es personal y debe ser "autodirigido". Esto no significa que sea solitario, todo lo contrario. Aprendo lo que me interesa con quien me interesa. El verdadero aprendizaje nunca tiene valor de cambio, tiene valor de uso. Estudiar para una examen o certificación es ineficaz a medio y largo plazo.

No se trata únicamente de personalizar los contenidos, también hay que personalizar los métodos y los sistemas de evaluación. Y posibilitar la elección, como ya proponía Freinet.

5. La formación tiene un fuerte componente social y situado.
Los mejores aliados de nuestra formación son las personas con las que trabajamos cada día. Básicamente nuestros colegas o jefes inmediatos. En un claustro, "los formadores" son los docentes con los que comparto minutos, espacios, reuniones, almuerzo. Un conjunto de personas que puede ser o una rica comunidad de práctica o un desierto comunicativo.

Claustro en Les Vinyes
En el Institut-Escola Les Vinyes, por ejemplo, la unidad real de formación es el equipo docente. Ni más, ni menos. Y en mi clase, la pareja o el grupo cooperativo. Cuando nos juntamos los docentes, somos comunidad de práctica, y la base de la formación en nuestro claustro es el intercambio, el debate y la reflexión compartida sobre nuestras prácticas.

6. La formación necesita conceptos e ideas complejas.
Reflexionar sobre la experiencia propia y de otros es imprescindible. Compartir lo que se hace permite aflorar los saberes implícitos. Pero no es suficiente. Formarse requiere también herramientas intelectuales y conceptos para interpretar la realidad y comprenderla. La formación seria necesita fundamentos teóricos serios. Hoy por hoy, eso se aprende leyendo libros. No concibo una persona bien formada que no sea una persona muy lectora. Yo, por lo menos, no he conocido nunca a ninguna.

No sé qué modelo de formación permanente es el mejor, pero creo que el modelo debería ser coherente con lo que sabemos sobre el aprendizaje y con la experiencia de formadores que tenemos. Este debería ser el punto de partida para nuevas iniciativas de formación del profesorado.