4.7.08

Internet en el aula: notas personales, improvisadas, inconsistentes

1. En la sede de Barcelona triunfa la estética SL. Un sitio perdido en medio de ninguna parte. Enormes salas medio vacías, gente deambulando sin rumbo, pequeños grupos aislados y estantes inconexos de publicidad. Los congresos mastodónticos son mastodónticos, sean en la red o en un palacio de congresos. El tamaño, sí importa.

2. Los organizadores se toman su tiempo, aun a costa de los invitados, aun a costa de las preguntas de los asistentes. Predomina la autocomplacencia, porque así debe ser. ¿Quién se sube a una escenario a proclamar que hace mal las cosas? Las marcas se toman su espacio y vienen a vender su pescado. Aunque a veces dan gato por liebre, o sea, café con leche en lugar de desayuno. ¿Quién debe ser el responsable del (no) contenido de la maletita?



3. Las comunicaciones pueden ser mejores o peores, pero siempre son unidireccionales. El tiempo para las preguntas es consecuentemente irrelevante. Y en estos tiempos de artefactos todas las aportaciones acaban siendo clónicas. Son un discurso acelerado sobre una presentación electrónica en portátil, en un contexto de fragilidad tecnológica –siempre falla algo: el audio, el vídeo, la conexión, el formato de pantalla, los tipos de letra... ¿Será esta la incertidumbre propia de los tiempos líquidos?

4. Los gurús llegan y vomitan su conferencia, descontextualizada, demiúrgica, benevolente. Cuanto más importantes los ponentes, más recalentadas las exposiciones, pues nadie produce discursos brillantes y originales a ritmo de producción industrial. Basta seguir a Downes o a Piscitelli en la red para rastrear conferencias parecidas, un work in progress del que acaban ellos mismos siendo víctimas. Los periféricos nos resignamos, pues ni tan siquiera pudimos darles un apretón de manos. ¿Era real el discurso sobre la realidad de Downes? Qué platónico fue todo, en esas pantallas gigantes, en las provincias del reino!


5. En las mesas, el mismo guión, pero a escala doméstica. En la sede de Barcelona, Begoña reparte las cartas y se juega la partida acordada. Jordi, que tiene más tablas que nadie, trata de encender alguna mecha, incluso enarbolando la serpiente educativa del verano. El bueno de Ramón, clama en el desierto en una partida en mesa ajena, lejos de las aulas. Gira la rueda, suena música conocida, bella pero mundana, y nada cambia. Todos bailamos y aplaudimos complacidos.

6. Los asistentes no esconden su entusiasmo, invitados a la fiesta. Aunque, con el paso de las horas, se acrecentan un poco las diferencias entre los que están dentro y los que están fuera, como entre la plataforma MEC y la plataforma NING. Algo rechina en las entrañas de la gran maquinaria del tiovivo que gira con un automatismo invisible, con la responsabilidad difusa, tan característica de las instituciones. El carnaval de las TIC debe terminar, puntual, inexorable. Murió el congreso presencial, ¡viva el congreso!



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Un congreso sirve a los asistentes para saludar a (des)conocidos, cosechar reconocimientos administrativos, pescar con suerte alguna idea interesante y romper las rutinas, escapando del centro educativo. Y poco más. Puede que algunos, siempre en los márgenes del evento, descorchen botellas, abracen a amigos, firmen contratos, conozcan ciudades. De ahí que tantos celebren con razón el making off. Pero los congresos nacionales son algo bastante obsoleto, de cuando la información era escasa y la posibilidad de encuentro entre colegas era remota. Y, desde luego, raramente sirven para aprender nada en el sentido profundo y verdadero del termino.


Todo lo del congreso está o estará en la red, esperando a ser debidamente atendido en intransferible selección personal. Yo fui para estrechar manos a profesores que “se lo curran” y para contactar con un par de compañeros. El segundo día pensé que ya era suficiente y me marché, un poco silenciosamente. Incluso me vi a Lu y a Ana desde casa (y sufrí con ellas, al verlas arrolladas por la maquinaria congresual). No hago ninguna valoración negativa, no cabe la decepción pues no esperaba otra cosa de un evento de este tipo. Personalmente estoy interesado en otras cosas, en seguir colaborando en la construcción de otros espacios de trabajo y de intercambio para lograr aprender y mejorar juntos. Espacios propios a escala humana, personalizados, enriquecedores, modestos, útiles. Por suerte, cada día somos más y hay mucha gente transitando otros caminos.