2.2.13

Saberes culturales

Estamos en un escenario educativo donde prima la defensa de los saberes funcionales. Se aprende con la práctica, se debe enseñar lo útil, lo aplicable. En contextos de realidad, en defensa de la eficacia y la eficiencia. Uno de los adalides más visibles de la postura es Roger Schank, quien afirma que, "sin duda absolutamente todo lo que aprendemos se basa en la práctica y que, por tanto, nos educan mal".

¿Y los saberes culturales? ¿Podemos prescindir de ellos? La comprensión científica, la aproximación filosófica, la tradición humanista, por ejemplo, ¿pueden ser ignoradas?

Hay un claro prejuicio en la funcionalización de los saberes escolares, al amparo de la condena de ciertas formas de enseñanza y aprendizaje estereotipadas que, ciertamente, deben desaparecer. Pero no por ello debemos erradicar los contenidos culturales. Necesitamos los contenidos que forman parte del canon cultural y que, sin duda alguna, han servido como herramientas de conocimiento, transgresión, liberación o innovación humana. Cada texto, cada obra, cada ópera, cada teoría... que ha puesto en cuestión la sociedad, las costumbres, las políticas, etc. tiene un valor formativo y educativo al que no podemos renunciar.


Hay que defender los saberes funcionales, pero comprender y reflexionar también son parte de ello. Para mí, los saberes culturales son tremendamente funcionales. Sin duda, hay que enseñar la cultura a nuestros alumnos de forma diferente, no como una aburrida transmisión de datos y conceptos sin vida. Pero una cosa es la caducidad de ciertos métodos de enseñanza y otra, la validez de determinados contenidos.

Roger Schank dice muchas verdades, no lo dudo. Las escuche esta semana en el Congreso de Telefónica. Pero el modelo de hombre que subyace bajo sus planteamientos no me parece defendible. No basta con saber hacer, hay que saber comprender y reflexionar y por ello las obras de Mozart, Kant, Shakespeare, Velazquez o Fidias, por ejemplo, deben estar en la educación secundaria. La verdad, la belleza y la bondad tienen mucho que ver con la literatura, las artes y las ciencias. Quizás ahora más que nunca necesitamos de los saberes culturales para comprender la complejidad del mundo actual y los retos que nos depara el futuro.

Sigo la actualidad de hoy en España y me viene a la cabeza la letrilla satírica de Quevedo, en la voz de Paco Ibáñez:

   Nace en las Indias honrado,
   Donde el mundo le acompaña;
   Viene a morir en España,
   Y es en Génova enterrado.
   Y pues quien le trae al lado
   Es hermoso, aunque sea fiero,
   Poderoso caballero
   Es don Dinero.


¿Se refería Quevedo a la Calle Génova?
Insisto, para comprender el mundo necesitamos los saberes culturales...

7 comentarios:

Anónimo dijo...

he aterrizado en tu bloc y me parece muy interesante...fantástico

Jordi Raventós dijo...

Boris, totalmente de acuerdo. La cognición humana es un conglomerado de habilidades, capacidades, etc., todas ellas funcionando en cooperación. Quizás no hemos dejado ir pensando que la práctica lo solucionaría todo, pero como casi siempre, lo acertado debe de encontrarse en cierto estado de equilibrio entre todos los factores concurrentes. Podríamos hacer más caso a Martha Nussbaum, defensora del papel de las "humanidades" en el currículum; http://ves.cat/cD8Z
Una abraçada Boris

Boris Mir dijo...

Gràcies, Jordi!
El problema de los saberes culturales es que van asociados a planteamientos rancios y conservadores en pedagogía. Hay que revisar dos cosas: qué entendemos por saber cultural relevante y cómo lo enseñamos en el siglo XXI des de una perspectiva actual, progresista y transformadora. Entender la cultura como aquello que nos une y nos libera, no como un depósito de saberes petrificados...
La progresía pedagógica se ha centrado en defender nuevas didácticas ("lo importante es la metodología") y la política institucional reformista, en introducir el tema de las competencias sin repensar los contenidos culturales. Es un tema muy complejo.
Es significativo que todos los currículos de los distintos países acaban pareciéndose, como si no existieran culturas literarias, musicales, plásticas, etc. totalmente distintas y relevantes para cada región del mundo.
En fi, Jordi, sabes mucho más tú que yo de todo esto! :)
Una abrazo,
Boris

Anna Jubete dijo...

Hola Jordi i Boris!

Me parece muy interesante lo que habéis comentado los dos! Como indica Jordi, en todo debe haber un equilibrio entre todo aquello que creamos que hace funcionar y avanzar la educación hacia un modelo que no sea como el que tenemos ahora.
Boris, si los saberes culturales están asociados a planteamientos rancios y conservadores es porque así nos los han presentado desde bien pequeños, pero como todo en esta vida, se puede cambiar para ser presentado desde un punto de vista más dinámico.
En relación a lo que indicas sobre la introducción de las competencias, no crees que, de forma indirecta, van asociadas a nuevas metodologías y formas de entender la educación?

Un saludo,

Anna

Jordi Raventós dijo...

Claro Boris, totalmente de acuerdo. Pero puntualizaría algunas cuestiones. Los planteamientos rancios y conservadores en pedagogía se asocian, generalmente, a planteamientos estáticos del saber, en el cual, precisamente, se incluye en círculo vicioso el saber pedagógico y didáctico. Este planteamiento estático considera, a su vez, la relación entre objeto y sujeto como algo ligado a un formalismo universal, válido para todos/as, y no vinculado a una experiencia viva, local y contextual. En este contexto, creo que defender el papel de las humanidades, entendidas en una perspectiva de actualidad, no supone abordar ningún canon preestablecido, sino poder plantear la reflexión de lo que es relevante para un contexto determinado en un momento de su historia, y también en que sentido estos contenidos, como nuevas visiones de la realidad, podrían ser relevantes para fomentar la transformación social dentro de un horizonte, como dices, progresista. Pero los y las docentes no hemos tenido una formación para abordar nuestro trabajo de esta forma diagnóstica. Efectivamente, de la cultura se ha destacado normalmente las fronteras -que no tienen nada que ver con las fronteras políticas, aunque la mayoría de veces se las quiera yuxtaponer-, cuando tendría que servir para comprender lo que hay a cada lado de la frontera para abolir así la distancia cultural como tal frontera (la frontera política, por contra, es un concepto administrativo que se usa como ideología). Pero este proyecto es enormemente complejo; supone DIÁLOGO, ENTENDIMIENTO, LIDERAZGO COMPARTIDO y DISTRIBUíDO, es decir, un proyecto dirigido a objetivos, fuertemente moral y autoreflexivo, lo que quizás no está por ahora en la agenda colectiva. No obstante, creo que entramos en una era de profunda reinvención -¿regeneración?- en la que tan sólo podremos participar si estamos dispuestos a partir de cero: esto es, a mi parecer, un nuevo papel del humanismo "crítico", lo que nos lleva en los campos de la pedagogía, la didáctica y los saberes a un territorio previo mucho más amplio que lo abarcado por ellos. Gracias por ofrecer tu bloc a la discusión!!!
Una abraçada
Jordi

Boris Mir dijo...

Hola Anna!
Sin duda se puede cambiar. Precisamente eso trato de hacer explícito en el post: que las formas de enseñar obsoletas no invalidan la necesidad de contenidos culturales.
Es posible que el tema de las competencias obligue a replantear ciertas prácticas, pero no hay una asociación directa a una u otra metodología. "Nuevas metodologías" es muy ambiguo y de "formas de entender la educación" hay muchas, la verdad. :)
Se me hace difícil responder...
Gracias por comentar!

Jordi,
Se me hace... imposible responder!! :)
Cierto que el estatismo es un gran peligro, pero, por otra parte, creo que hay cierto patrimonio cultural que pertenece al canon occidental, por ejemplo. La música de Bach o Mozart, sin ir más lejos, no debería ponerse al alcance de alumnos de secundaria? Ya sé que todo es revisable, que podría ser otra. Pero estos textos son hitos culturales, son mojones para conocer por qué somos quienes somos. La obra de Platón, Kant, Cervantes, Darwin, etc. acaso no merece ser conocida, disfrutada, cuestionada, revisada, repensada... por las nuevas generaciones?
En eso estamos!
Un abrazo,
Boris

Enrique dijo...

No está de más reflexionar sobre nuestra sociedad y su futuro, sobre la ideología que la soporta, que no ve más allá del aumento de comodidades y seguridades, la acumulación de cosas y la preservación y prolongación de la vida. Una sociedad cuya cosmología carece de trascendencia y de poesía, que concibe al ser humano como un accidente afortunado en una evolución ciega, en una batalla perdida contra el triunfo final de la entropía. Una sociedad que sacia pero que no alimenta, que entretiene pero no satisface, que alegra pero que no proporciona la felicidad.

Todo esto se refleja en nuestras leyes educativas, en las que sistemáticamente se ignoran, se descartan o se minimizan aquellas enseñanzas y experiencias que podrían aproximarnos a eso que podríamos llamar el mundo de los sentimientos y el mundo del espíritu. Y para ello no basta con incorporar una asignatura que se llama Educación Plástica y otra que se llama Religión; no basta, y es contraproducente, con aprender mecánicamente a modelar, bailar o tocar la flauta, ni con asimilar y repetir una doctrina y su catecismo. Me estoy refiriendo a ir mucho más allá.

Estoy hablando de revisar nuestros valores. Porque es posible que algunas de las sociedades que nos han precedido, a pesar de su inferioridad en el campo de los conocimientos científicos y de los logros materiales, hayan estado más adelantadas en el arte de la vida, hayan perseguido ideales más elevados o se hayan dedicado con más fervor a la búsqueda de la perfección humana.

http://www.otraspoliticas.com/educacion/ni-celeste-ni-terrestre