24.2.13

Constructivismo y clase magistral

El constructivismo, en cualquiera de sus variantes, es una teoría de la psicología cognitiva. Si se quiere, es una teoría científica sobre el aprendizaje que describe y explica cómo el sujeto construye su conocimiento. Le podemos conceder el estatus de conocimiento científico y otorgarle el grado de "ciencia" que queramos, pero no podemos hacerle decir más cosas de las que realmente dice.

El constructivismo no nos indica qué debemos hacer para enseñar ni determina la naturaleza de las situaciones de aprendizaje. Es decir, el constructivismo no es ni una didáctica ni una pedagogía. Mezclar los tres campos nos crea multitud de malentendidos y de falsos debates. Las teorías sobre el aprendizaje en ningún caso nos ahorran la reflexión pedagógica o las decisiones sobre la didáctica. No hay, pues, "metodologías constructivistas", aunque puede haber propuestas didácticas más (o menos!) congruentes con este modelo de aprendizaje.

Por ello, al igual que François Audigier (1), creo que "un curso magistral es tan 'constructivista' como una situación de trabajo en grupo! Comparto las críticas dirigidas a la enseñanza llamada tradicional en su vertiente magistral y aún más por el hecho de ser absolutamente omnipresente, lo que se ha impuesto como una forma tan dominante que dificulta la invención de una diversidad de situaciones (... ) muchas personas, para empezar nosotros mismos, hemos aprendido 'construyendo conocimientos durante clases magistrales".

La llamada clase magistral, pues, no se opone a la apropiación de los conocimientos expuestos por parte de quien escucha en términos de constructivismo, si se dan determinadas condiciones: la escucha atenta, la comprensión significativa, la relación con los conocimientos previos del aprendiz, etcétera. Lo que ocurre es que estos "requisitos" no los traen "de serie" todos los alumnos. En realidad, vienen a la escuela a aprenderlos.

Las clases magistrales fracasan por tres grandes debilidades. Primero porque no son generalmente magistrales, es decir, no son realmente interesantes y brillantes. Son más bien mediocres, convencionales e insípidas  En segundo lugar, porque solamente son útiles para un reducido número de alumnos, que ya están formados para construir sus conocimientos de forma significativa con la simple enseñanza directa o "aprendizaje por recepción" que diría Ausubel. Y, finalmente, la clase magistral solo promueve determinado tipo de conocimiento, básicamente declarativo y conceptual, muy alejado de la praxis, de las competencias o de las dimensiones afectivas y emocionales de los aprendizajes.

La clase magistral, pues, sirve para lo que sirve. Ni se opone al constructivismo ni imposibilita su combinación con infinidad de otras formas de hacer clase. En la educación obligatoria es un recurso más, que debe usarse con mesura y en muy breves dosis, compensando sus debilidades con una paleta pedagógica rica y exigente que incluya muchas otras metodologías.

En fin, ahora que tantas vueltas le damos a la LOMCE, vuelvo a leer simplificaciones desafortunadas entre teorías sobre el aprendizaje, metodologías y opciones didácticas. Viejas querellas, antagonismos vanos, más interesados en tener razón que en aclarar la verdad.

(1) François Audigier es profesor de Didáctica de las Ciencias Sociales en la Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad de Ginebra. La cita es del libro: VV.AA.: L’escola entre l’Autoritat i la Zitzània; Barcelona, 2006; Ed.Graó, página 124.

6 comentarios:

Daviblio dijo...

Muy interesantes reflexiones. Gracias por compartirlas. Un saludo.

verarex dijo...

Comparto plenamente que el error de "fundir" didáctica, pedagogía y teoría del aprendizaje lleva a equívocos grandes como una casa. El constructivismo no es la pedagogía, señores educadores, señores padres, señores especialistas...
Felicitaciones again, Boris!

Lourdes Domenech dijo...

La llegada inminente de la LOMCE nos está poniendo en alerta. Con 33 alumnos por clase y una media de 180 0 200 alumnos por profesor (si da secundaria y bachillerato, en Cataluña) el trabajo práctico en las aulas parece esfumarse. La gestión de un aula es quizá el quid de la cuestión. La clase magistral, para muchos, es un recurso para mantener la autoridad y el control sobre grupos masivos. Atrás queda la reflexión sobre didáctica o modelos de aprendizaje. Creo que en estos tiempos aciagos (y lo que está por venir) la práctica docente viene determinada más por las circunstancias adversas (aulas espacialmente insuficientes, ratios desmesuradas, pocos o ningún recurso tecnológico...) que por la reflexión sobre qué planteamientos didácticos son los más efectivos.

Anónimo dijo...

Però, Lu, potser és encara més necessària la reestructuració de l'aula i de la metodologia quan hi ha les ràtios que tenim... Ara, les dificultats es multipliquen, clar...

Alejandro dijo...

Gran post, Boris, claro y preciso.
Te mando un abrazo.

Alejandro.

Víctor Vásquez Ibáñez dijo...

Muy buena reflexió.
Estoy de acuerdo en que las "clases magistrales" no están peleadas con el constructivismo per se, pero si tiene que haber una serie de consideraciones para que no obstaculice la construcción del conocimiento como lo propone dicha teoría.
De entrada, tendríamos que estar hablando de una clase realmente magistral, es decir, una clase que enseñe por sí misma, que sea dada por alguien que domine el tema a la perfección, pero además que sepa como desarrollarla didácticamente.
Pues si analizamos con detenimiento, en una clase magistral pueden presentarse algunas estrategias y técnias de enseñanza que respetan la naturaleza de la teoria constructivista, a saber, lluvias de preguntas, preguntas dirigidas, algún mapa conceptual de referencia, un escenario didáctico, socialización de lo aprendido, pero si es necesario que el "maestro" sepa llevar a cabo una clase magistral que sea constructivista a la vez, sin embargo, la cruel realidad nos dice que las clases magistrales, ni son tan magistrales y mucho menos respetan la naturaleza constructivista del conocimiento.

Saludos cordiales