A veces, los colegas me preguntan si vale la pena aprender Moodle, aprender a editar wikis o blogs, aprender a usar los programas de las pizarras digitales interactivas, etc. No hay una respuesta correcta, pero debería haber ciertos criterios generales para tomar decisiones sobre la propia formación tecnológica. ¿Podrían ser estos?
1. Aprende tecnología que resuelva una carestía existente. Nada de crear nuevas necesidades. Recuerda: vas escaso de tiempo y atención. Distingue la exploración tecnológica de la adopción tecnológica. Rectificar (rápido) es de sabios.
2. Aprende tecnología de fácil manejo, a menos que tengas plenamente garantizada su utilidad a medio plazo. Haz un razonamiento estrictamente económico de esfuerzos versus beneficios. Si vas a administrar un EVA, a programar en Scratch, a editar partituras en Finale,... considéralo una inversión a medio plazo. Valora los riesgos de tu inversión.
3. Aprende tecnología que puedas usar inmediatamente, aunque sea a un nivel muy elemental. Nada de "formación preventiva”, que solamente sirve para acumular méritos de cara a la promoción profesional... Si en tu centro no hay moodle, nada de moodle. Si no dispones de acceso fácil a Internet, déjate de wikis o blogs.
4. Aprende tecnología vinculada a una comunidad de práctica. Si son tus colegas de centro, mejor, pero no es imprescindible. La red puede proporcionarte soporte a base de tutoriales, foros de debate o apoyo en línea. Esto te obliga a adoptar tecnologías maduras, pero también minimiza los riesgos y optimiza tus esfuerzos. Ojo con el último alarido TIC y los programas de moda.
5. Aprende tecnología que requiera las mínimas instalaciones, altas, perfiles, etc. Especialmente si vas a involucrar a tus alumnos o a tus colegas. Los alumnos pronto estarán hartos de darse de alta, publicitar su correo electrónico o crear perfiles. Si puedes emplear educativamente “su” tecnología, mucho mejor.
6. Aprende tecnología que se valga de formatos estándar –reales o “de facto”- o que sea fácilmente transferible a otros formatos. Huye del programario específico para un dispositivo concreto, los matrimonios de conveniencia se convierten en cárceles.
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Sobre la asistencia a cursos, soy más bien escéptico. Creo que la inmersión tecnológica acaba siendo la mejor formación posible en relación coste/beneficio. Aunque he visto que en muchos casos los cursillos sirven para quitar el miedo y eso es muy necesario. En este sentido es más determinante la calidad del formador que el contenido del curso.
Acaso la única formación que se necesita realmente sea promover un cambio de chip para asumir con naturalidad el aprendizaje permanente tecnológico autorregulado, empleando tiempo y atención en pequeñas dosis efectivas. Acaso el único curso de formación tecnológica que deberíamos impartir sería uno llamado “Sapere aude. Tu primer y último cursillo TIC”.