6.6.10

Exploradores, urbanistas y cartógrafos educativos

Los docentes exploradores están en el aula. No paran nunca: ensayan, prueban, improvisan, ejecutan... Es decir, hacen, se equivocan y aprenden. Traen de cráneo a sus alumnos con sus cambios de ritmo, de planes (¿pero había plan?), de prácticas, de herramientas. Vistos con recelo por los claustros, su pasión carismática es contagiosa y ejemplar con los alumnos, pues crean experiencias únicas e irrepetibles.

Pero no los contrates como docentes urbanistas. Parecería que su habilidad para efectuar cambios les capacita para la mejora educativa general, pero no es así. Incapaces de planificar a mayor escala, de gestionar o coordinar grandes grupos, de ceder para sumar. Ligeros de equipaje, jamás aciertan con la intendencia, la logística o la comunicación. Están en otra lógica. Los urbanistas usan el catalejo, los exploradores el machete. Los docentes urbanistas implementan a costa de ceder en algo, de amoldarse, de defraudar un poco. No buscan la mejor manera de realizar un cambio, ejecutan una, a menudo insatisfactoria.

Los docentes cartógrafos ayudan a la descripción, al análisis, a la comprensión. Pero son incapaces de implementar nada, de arrojarse al ímpetu de la acción y la transformación educativa. Parecería que su habilidad para el análisis les capacita para la mejora educativa general, pero no es así. Atrapados en la leyenda del mapa, les pierde la taxonomía, el debate conceptual, y jamás aciertan con la estrategia o la táctica para llevar a cabo las acciones necesarias. Los cartógrafos, astrolabio en mano, acaso saben dónde estamos, pero no imaginan el lugar al que vamos porque aún no existe.

Honestamente creo que hay muchas personas en el lugar equivocado en educación: exploradores diseñando cambios a gran escala, urbanistas haciendo análisis simplistas, cartógrafos ejecutando mal los proyectos... Porque no basta con tener perfil, hay que estar en el sitio adecuado, en el momento adecuado. Y eso, no siempre ocurre.


Por lo que voy conociendo del mundo de las empresas y de otras organizaciones, este es un problema generalizado. Asisto a numerosas reuniones, encuentros formales o informales y veo un amasijo de buenas intenciones basadas en el desconocimiento de cada una de las distintas lógicas.

El talento está muy mal repartido: todos tenemos menos del que pensamos. Pero estaremos muy lejos de aprovecharlo si no encontramos espacios de intercambio y de comprensión mutua. Si no nos dedicamos a profundizar en los talentos y virtudes propias a la vez que aceptamos la aportación de las distintas razones.

13 comentarios:

Alejandro Sarbach dijo...

Entrada muy acertada. Gracias.

Quizá se pudiera agregar un cuarto perfil: aquellos que tendemos a reflexionar sobre cómo piensan o actúan los exploradores, urbanistas y cartógrafos. Esta entrada quizá podría incluirse en este cuarto grupo. ¿Serían los docentes filósofos? ;-)

Muy acertada la conclusión final. Seguramente algo tendríamos todos que tener en común: la capacidad para reconocer las limitaciones propias, vivir como imprescindibles las virtudes ajenas y, sobretodo, saber pensar en equipo.

Alejandro

Boris Mir dijo...

Supongo que encontraríamos más perfiles, pero en estos momentos me preocupa mucho más la acción que ninguna otra cosa. ¿Los filósofos, ¡ay!, no estarían todavía más alejados de la acción que los cartógrafos?

Siempre he huido de la reflexión pedagógica que sanciona las prácticas sociales existentes, amparada en el mundo ideal de la filosofía educativa. Siempre bienpensante pero incapaz de mejorar de verdad la educación. Creo que es solidaria con la antipedagogía, otra forma de inacción, cuando no de reacción.

En fin, Alejandro, agradezco mucho tu interés en el blog y tu complicidad con la conclusión. Pensar en equipo, por supuesto. Pero, sobretodo, actuar en equipo!

Boris

Francesc dijo...

Vale, pero de todas maneras... coincidirás conmigo en que el principal peligro está en los especuladores y comisionistas del ladrillo que, sin interés, ilusión ni capacidad ninguna en pedagogía o educación, entran a saco y edifican sus promociones de vivienda adosada en primera linea de costa, derribando lo que se les ponga por delante y prescindiendo totalmente de los descubrimientos del explorador, la precisión del cartógrafo y las propuestas de ordenación del urbanista. Tal como van las cosas me veo en el horizonte un panorama de "Marinas d'Or" y "Polaris World" educativos que da auténtica grima.

Francesc

Marià Cano Santos dijo...

Hola Boris,

excel.lent post com sempre! Certament no acabo de saber on situar-me en la teva nova proposta metafòrica de taxonomia docent...Potser a cavall entre totes tres ànimes geogràfiques i amb la necessitat de trobar respostes per muntar un equip expedicionari en ruta cap a un territori verge.

marià ;-)

Anónimo dijo...

Hombre, Francesc, todas la metáforas hay que desactivarlas en algún punto!
No coincido contigo en que el principal peligro está en los especuladores y comisionistas porque supongo que los permisos de obra los adjudican personas honestas, ¿no? Sinvergüenzas y chorizos los hay en todos los ramos, docentes incluidos. No imagino un panorama de Marinas d’Or si todo el mundo pone de su parte, deja de simplificar entre “nosotros, los buenos y ellos, los malos” y sirve a los verdaderos destinatarios de los cambios educativos: los alumnos y alumnas.

Gracias por tu comentario.

Marià,

Doncs, sí, és difícil situar-se!
Potser només és un exercici d’encaix de diferents lògiques i prou.
Gracies per la valoració.

Boris

Ismael Peña-López dijo...

Jaja, yo a los urbanistas les llamaba apuntaladores o zapadores (los primeros más precarios, los segundos algo más estables). Y el papel del urbanista yo lo situaba dentro de la cartografía.

Digresiones al margen, me pregunto si debe haber un papel de coordinador (¿el filósofo, a lo mejor?) o no.

Personalmente, me sentiría más cómodo con la siguiente secuencia:

- el explorador abre camino a machete y sin mirar atrás

- el apuntalador-zapador intenta estabilizar la estrucutra, para que la selva no vuelva a cerrarse o la mina a hundirse

- el urbanista-cartógrafo describe y analiza, traza los mapas del territorio conocido... y se los pasa al explorador para que siga su andadura, pero ahora evitando las tierras movedizas

- y vuelta al principio

Como Boris, encuentro más interesante que cada uno conozca el trabajo de los demás, que no que haya un elemento "superior", ajeno a la cadena, que los coordina... sin saber nada del trabajo de los otros tres.

Boris Mir dijo...

Estimado cartógrafo Ismael, ;-)

Gracias por la secuencia que propones, pero eso es, precisamente, lo que yo trato de poner en duda. No es una sucesión, son lógicas diferentes. Esto es lo grave del tema, lo que hace complejo el cambio. No va uno detrás de otro, esa idea es muy... de cartógrafos! O de profesores universitarios, si me permites. Ojalá el mundo fuera lógico, secuencial y ordenado, pero la construcción de ciudades no funciona así, te lo aseguro. Lo racional del cartógrafo no se suma a lo pragmático del urbanista. Los procesos de cambio son caóticos, multiformes, incoherentes..., inabarcables desde una sola perspectiva. Mira el ejemplo de Ildefons Cerdà, extraordinario implementador que usó teorías higienistas equivocadas para el Eixample de Barcelona. Por suerte era ingeniero y no arquitecto... aunque, gracias a su teoría, fue un gran urbanista!

PS.: No te la pierdas: http://www.anycerda.org/web/es/activitats/exposicions/Cerda-i-Barcelona Una exposición extraordinaria que te regala reflexión metodológica, histórica y política. Y perdona el tono exaltado, en otra vida me dediqué a la Geografía y a la Historia.

Ismael Peña-López dijo...

Además de cartógrafo, me considero cartesiano y russelliano. No se puede pedir más :D

Soy consciente que el mundo no es tan ordenado como a mí me gustaría, ay... ;)

Sin embargo, creo que el ejercicio (aunque sea) teórico de ordenarlo nos puede proporcionar algunas claves de los posibles puntos de tensión y de por dónde perdemos todas las energías en vano.

Anónimo dijo...

Me parece muy acertada tu clasificación. Miras y ves los efectos de una organización ineficiente. Quizás sea conveniente que en el mundo educativo empezarais a mirar como resuelven los problemas otras organizaciones tanto o más complejas.

Manejáis conceptos vacíos poco sustanciados.
Miro el diseño curricular básico orientado a competencias del MEC y me horrorizo: todo humo.

Estáis además en un entorno burocratizado e ineficiente.
¿Estás seguro que todos los actores actúan persiguiendo el objetivo que se les supone? ¿Son recompensados por ello o por otras cosas?

Un cordial saludo.

Boris Mir dijo...

Ismael, completamente de acuerdo. La teoría sigue siendo indispensable.

Amigo anónimo,

Llevo tiempo colaborando con organizaciones de todo tipo y, la verdad, en todos sitios cuecen habas. El mundo de la empresa que he conocido también tiene auténticos problemas de renovación en el management y en los recursos humanos.

Sobre los entornos burocratizados e ineficientes, no puedo más que darte la razón. Y en efecto, en la función pública, los objetivos y la recompensas no están, digamos, bien alineados en muchos casos.

Sobre las competencias, hay mucho que decir. Valoro el esfuerzo de renovación de los currículos, pero el tema de las competencias es una mala solución al problema de los contenidos y los objetivos educativos generales. Creo que, en este sentido, el currículum catalán es un poco mejor. Aunque no mucho, la verdad.

Me hubiera gustado poder seguir tu hilo en la red... Gracias por tu aportación.

Anónimo dijo...

Puede que salgamos del anomimato con una web sobre "competencias digitales" y otros aspectos (más instruccionales que educativos). Aún no he tomado la determinación. La idea es que fuese un espacio con cierta profundidad de contenido y genere debate.

Por otro lado mi postura es muy divergente y no sé hasta que punto puede ser útil. Temo que el coste y el esfuerzo de la puesta en marcha puedan ser estériles.

Por ahora seguiremos en ese profundo océano que es la red emergiendo de vez en cuando como un alegre delfín :-)

Un cordial saludo y felicidades por el blog,

Jordi

Lourdes Domenech dijo...

Boris, me he leído varias veces tu entrada porque me creó una cierta duda. Hoy he vuelto sobre el texto y sigo en el mismo punto.
¿De verdad crees que hay exploradores diseñando cambios a gran escala? Me cuesta imaginarlo. Creo que el explorador es un docente de distancias cortas que trabaja muy comprometido con su entorno más inmediato.

Boris Mir dijo...

Pues, haberlos, haylos. No sería aceptable poner una lista de nombres en este comentario, pero tengo ejemplos a porrillo. Igual que yo, ¿acaso no has vivido cantidad de innovaciones, propuestas, inventos... que no han sobrevivido más de un par o tres de años? No voy a enumerarlas, pero muchas nacen de alguien con grandes dosis de ingenuidad y “buenismo” pedagógico. A menudo un buen docente y mejor persona, pero con escasa visión a medio y largo plazo. No olvides que todos los cargos hasta llegar a Director General son ex-docentes. Ojo: también docentes que huyen de dar clases, refugiándose en las tareas de la administración. Pero esos, no te preocupes, andan más pendientes de ser invisibles que de proponer cambios educativos. En eso, la proporción es idéntica a la de los centros...

Quisiera matizar la idea de que un explorador anda comprometido con su entorno más inmediato. No necesariamente. El explorador está comprometido con sus ideas e ideales, cree que tiene algo que aportar, descubrir o inventar. El explorador acostumbra a considerarse un incomprendido y, para qué engañarnos, alguien que es un poco más innovador, más pedagógico, más trabajador, más... lo que sea, que sus compañeros.

El compromiso con los demás es otra cosa, me parece. Algunos exploradores lo tienen, otros quizás no tanto. ¿Cuantos exploradores TIC no están más pendientes de su reputación digital que de sus alumnos, de estar “a la última de lo último” que de estar... a pie de aula. Creo que el compromiso atañe al campo de la ética y no de las funciones. Gente comprometida la hay en todos los perfiles, por fortuna.

Perdona mi tardanza en responder. Me faltan horas para todo.

Gracias por venir Lu, de verdad.

Boris