25.5.18

El deseo de aprender

Según los resultados del Edubarómetro catalán, cuando interrogamos a familias y docentes sobre qué necesitarán los jóvenes para que les vaya bien en la vida, encontramos una respuesta compartida: la motivación para aprender.

Bajo diferentes denominaciones ("aprender a aprender", "aprendizaje autodirigido", "iniciativa personal", etc.), las normativas educativas y la opinión pública coinciden en la necesidad de un aprendizaje a lo largo de la vida que debe ser, en gran medida, responsabilidad de cada uno.

Que el aprendizaje a lo largo de la vida es una competencia imprescindible parece, pues, un tema socialmente compartido. Ahora bien, no tenemos tan claro cómo la desarrollamos, ni quién es el responsable de garantizar esta competencia.

Viendo a niños pequeños parece que el deseo de aprender es innato. Observando su empeño en jugar, en descubrir, en imitar a los adultos, en emular a sus hermanos. Pero el objeto del deseo no siempre está orientado a lo que el mundo adulto y la sociedad considera necesario o imprescindible.

La motivación para aprender determinadas cosas no es una capacidad que se tiene de forma natural, como algunos, cándida o interesadamente, sostienen. La motivación personal no es única, ni universal. Es el fruto de una articulación compleja de los deseos, las necesidades y las capacidades de cada persona. Y la acción educativa y el entorno personal y social de los aprendices tienen un papel relevante. La motivación intrínseca hacia los saberes culturales, por ejemplo, no se encuentra socialmente distribuida con equidad.

La motivación para aprender de forma dirigida y profunda va mucho más allá de sentir curiosidad o de hacer preguntas, se relaciona con el esfuerzo sostenido y con el aprendizaje con sentido. Se vincula con las expectativas personales y el capital cultural y social de cada uno. Si queremos que toda persona tenga motivación para aprender a lo largo de la vida, no lo podemos considerar un prerrequisito, sino que debemos asumir que es el resultado de un esfuerzo pedagógico.

Por lo tanto, hay que destinar recursos e iniciativas a movilizar el deseo de aprender hacia aprendizajes relevantes. Hay que convertir las necesidades de aprendizaje en intereses explícitos y ofrecer estímulos que promuevan esta capacidad en todos los niños y jóvenes. Esto nos obliga, a docentes, familia y sociedad, a crear condiciones para "hacer emerger el deseo de aprender", en palabras del pedagogo francés Philippe Meirieu.

Como docentes, encontramos sentido a nuestro trabajo cuando conseguimos convertir una necesidad latente de nuestros alumnos en un deseo de aprendizaje. Este esfuerzo pedagógico no es fruto del azar, es el resultado de un oficio y de unas cualidades humanas que se pueden y se deben aprender para ser docente.

6 comentarios:

Unknown dijo...

Hay una forma elemental de motivar, que combina la promesa del premio con la amenaza del castigo, provocando con ello dos emociones básicas, la alegría y el miedo. Es un antiguo método de educación, de conseguir conducir a los demás por el camino que uno quiere, que todavía funciona.

Siguiendo con las emociones básicas, los manuales de psicología las reducen a seis (miedo, sorpresa, aversión, ira, tristeza y alegría) y afirman que tienen una función adaptativa; es decir, que nuestro organismo reacciona de una u otra manera según lo que recibe y según sea su experiencia. Así, el miedo y las reacciones fisiológicas y hormonales que lo acompañan son un aviso para que busquemos protección, mientras que la aversión nos produce asco o rechazo de aquello que tenemos delante.

Si analizamos estas emociones, parece que el miedo, el rechazo, la tristeza o la ira son mucho más frecuentes que la alegría y la sorpresa. Y son precisamente estas dos últimas las que más nos deberían impulsar; aquellas en las que debería apoyarse una buena parte del trabajo pedagógico.

https://www.otraspoliticas.com/educacion/motivacion/

Mariana Hernández dijo...

Estoy ad portas de graduarme como educadora y... uff es una tremenda responsabilidad! Siento una mixtura de sentimientos pero la que mas prevale ( fuertemente tras leer su reflexión)es emoción. Hay un gran camino por delante y espero contribuir positivamente!

Gracias!

Alejandro dijo...

Para motivar a los niños en su aprendizaje, pienso que se debería perseguir una educación dinámica, evitando la monotonía, fomentando el uso de las TICs (de forma controlada y como recurso para el aprendizaje), la implantación de nuevas estrategias y metodologías innovadoras y un gran cambio dentro de las aulas, que no limiten la creatividad, pensamiento crítico,etc.

María Castillo dijo...

A veces los refuerzos negativos y positivos funcionan, pero hay otros casos en los que acaban por ser más un aspecto negativo, ya que el comportamiento se produce únicamente basándose en los mismos. Por ello es importante trabajar la motivación intrínseca, de manera que quieran hacer las cosas por la satisfacción del trabajo bien hecho, por ver que son capaces de realizar dicha actividad... de esa manera poco a poco también aumentará su autoconcepto, su autoestima, y su predisposición positiva hacia el esfuerzo.

Chirurg-laser dijo...

Great ! Bonne continuité
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abogados de divorcio nueva jersey dijo...

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