Estar centrado en tus alumnos y en tus clases, participar activamente en tu centro, acoger a alumnos en prácticas, etc. absorbe completamente mi jornada laboral. Si a ello le añado el sobreesfurezo, que considero opcional pero necesario, por compartir y publicar en la red, me encuentro con que mi vida familiar y mi salud personal se resiente. No doy abasto, lo siento.
Entiendo que nuestra experiencia en el Institut-Escola Les Vinyes y los muchos años de docencia pueden ser útiles a otros compañeros y personas. Recibo con alegría y sorpresa numerosas peticiones de personas, escuelas, instituciones, periodistas... De verdad, estoy muy agradecido. Pero ambas cosas no son compatibles. O yo no soy capaz de hacerlas compatibles.
Más allá de cierta angustia personal, creo que es un indicador de un problema más de fondo: la formación, acompañamiento, etc. más demandada y valorada está centrada en los docentes que estamos en los centros educativos, pero no existen mecanismos para hacer compatible la formación con la docencia activa.
Naturalmente que hay muchas personas que no están en el aula que ofrecen cursos, conferencias, asesoramiento... pero con el tiempo van perdiendo frescura, sentido de la realidad, credibilidad. Y también hay muchos, todo hay que decirlo, que han hecho de ello un modus vivendi que no aporta valor real, que venden mucho humo y desacreditan la formación, engrasando el marketing de determinadas empresas y fundaciones. Ya me entendéis.
Equipo médico |
En cambio, pongo el caso de César Bona, maestro excelente y conocido, que deja su aula para poder participar en actos y conferencias y para asesorar a Aldeas Infantiles. ¿No debería ser contratado por el mismo ministerio para aconsejar, asesorar, ayudar a otros maestros y escuelas? ¿No debería ser el coordinador principal de algún grado universitario dedicado a la docencia? ¿No podría hacer compatible media jornada en el centro con otra media retribuida para difundir sus prácticas? O mejor aún, ¿no podría reducir su carga lectiva para convivir -en su centro, en su día a día- con jóvenes maestros a los cuales pudiera tutelar y formar?
Quizás los buenos maestros deberían ser como los buenos doctores que, en los centros hospitalarios, tutelan a jóvenes médicos en su lugar de trabajo. Poder tener, en fin, a "maestros internos residentes" para hacer compatible la docencia activa con la formación, el asesoramiento y la mentoría.
Nota: Me preocupa mucho la formación de los docentes. Escribí este texto hace semanas, pero consideré que era demasiado personal para publicarlo y publiqué otro. Estos días he visto que Fernando Trujillo también está preocupado por el tema y que en Catalunya se plantean cosas parecidas. Aquí va una visión personal de este tema.
12 comentarios:
Gràcies, Boris, per l'article.
Ja m'imaginava que coneixies al Fernando Trujillo. T'he de dir que l'editorial de la revista Aula de Secundaria (en la qual participem els dos) també tractarà del tema i que m'he sentit plenament identificat amb les teves reflexions tot i que, afortunadament per a la meva salut, no t'arribo ni a la sola de la sabata.
Treballar correctament a un centre educatiu i participar en activitats d'innovació i de formació sembla que estigui penalitzat, com si no interesés que realment funcionés a vés a saber qui...
Suposo que el procés de desgast a què es sotmet la gent com tu mostra clarament aquesta realitat. Espero que et puguis rearmar de forces per seguir al peu del canó!
Joan Marc
Moltes gràcies pel comentari, Joan Marc.
Estaré al cas de la publicació, suposo que et refereixes a la de l'Editorial Graó.
Bé, faig el que puc, a vegades vaig una mica massa esgotat.
M'estic plantejant deixar una part de docència per a fer més formació i assessoraments.
Potser professionalment seria un repte que m'ajudaria a créixer i a millorar, tot i que estic vinculat a Les Vinyes en cos i ànima...
En fi, tens raó que hi ha una penalització pel professorat que es vol formar i és més senzill limitar-se a mantenir les rutines. En una altra organització el desenvolupament professional estaria incentivat.
A veure si aconseguim que sigui al revés. :)
Una abraçada!
Boris
La formación del maestro debe darse en el taller de trabajo, a calzón quitao; en y desde el aula de la escuela, y NO desde el aula artificial y aparente del aula de la universidad
Gracias, por el comentario, Juan.
Yo creo que la universidad también tiene un papel de investigación, fundamentación y reflexión crítica.
Sin embargo, a reflexión sobre la práctica es una de las bases del aprendizaje, como enseña John Dewey. No podemos escamotearla. El aprendizaje "en el taller" no pude faltar, en efecto.
Un cordial saludo!
Incluyamos el aspecto teórico, crítico e investigativo en el ámbito y en función del aula escolar (¿para qué queremos las TIC?) y acabemos de una vez por todas con la formación universitaria. "Learning is the work"
Boris, entenc perfectament el que dius, quant al temps de dedicació. Jo vaig haver de deixar la formació del professorat perquè em restava temps de dedicació a la docència. Tot plegat es pot fer durant un temps, però passa factura i arriba un moment en què cal triar.
Com que el tema de la formació està sobre la taula, vull deixar constància del desprestigi que suposa que sigui el mateix Departament qui no remuneri els formadors que s'esmercen en fer la feina ben feta. És un punt del qual no se'n parla, però que ha devaluat el perfil del formador.
Ojalá funcione así algún día, no sólo como maestros sino también que exista una formación real y práctica en la gestión de los centros educativos.
A seguir con ilusión, que no falte nunca!!!
Un saludo
Ojalá funcione así algún día, no sólo como maestros sino también que exista una formación real y práctica en la gestión de los centros educativos.
A seguir con ilusión, que no falte nunca!!!
Un saludo
Es una propuesta muy válida la crear una figura formadora que estuviera que tuviera horas de docencia (media jornada) y que la otra media sirviera como tareas de formación y asesoramiento. Es cierto que los profesores que dejan parcial o totalmente la docencia para impartir cursos pierden la frescura. Y también la credibilidad. Se les tilda rápidamente de haber huido de las aulas y dedicarse a vivir de la Administración, lejos de la zona de combate. De ser desertores, hablando claro.
Para mí, hay una gran distancia entre el lenguaje pedagógico-burocrático que se utiliza en los cursos de formación y mi realidad. No he expresado jamás lo que yo hago en el aula con esa jerga devaluada que se estila. Un formador debería estar avezado en el aula y hablar un lenguaje accesible, no críptico. Todo lo que me viene expresado en esa jerga me produce repulsión.
Sé que lo que hago en el aula podría servir quizás a algunos profesores, pero no tengo la idea de expresarlo salvo en el blog con un lenguaje claro y comprensible. No colaboraría con la Administración. Todo lo que proviene de ella es visto por mí con desconfianza y no creo ser un caso único.
No he podido sentirme más identificada. Soy directora de primaria de un centro de Mallorca. Muy contenta de que vengan a visitar la escuela,que nos pidan charlas, asesoramiento, que por fin nos conozcan. Pero llevo una doble agenda laboral, más la familiar. Cada vez que me llaman de un centro, de un CEP, tengo que hacer ingeniería familiar para poder disponer de alguna tarde libre. Agotador.
Estoy totalmente de acuerdo con tu argumentación, pero nos encontramos con las barreras burocráticas de siempre, sin dejar de lado que no existen mecanismos por parte de la administración, como bien dices, que faciliten esa mentoría o compatibilidad de labores. Nos empeñamos en mejorar la educación reformando numerosos aspectos y nos olvidamos de uno de los más importantes, la formación permanente y continua del profesorado, algo que se podría hacer muy bien apoyándonos en profesores excelentes y gran bagaje. Al final los profesionales acaban sacando tiempo de donde no se puede, poniendo su vida personal al servicio de su pasión, la educativa.
Publicar un comentario