Jaume Carbonell, director de Cuadernos de Pedagogía, a propósito de los cambios que se avecinan en la formación inicial de los maestros, escribe lo siguiente:
“se constata la falta de una perspectiva globalizadora e interdisciplinar, centrada en proyectos, problemas relevantes o temáticas nucleares, tratando de incorporar los planteamientos vanguardistas que tienen lugar en la escuela. En este sentido, las escuelas universitarias y facultades de Educación deberían convertirse en un laboratorio de ensayo de las experiencias más innovadoras, tanto en la intervención docente universitaria como en las prácticas desarrolladas por los estudiantes en los centros u otros contextos educativos.”
Comparto completamente el diagnóstico: sigue faltando una perspectiva globalizadora e interdisciplinar, centrada en proyectos, problemas relevantes o temáticas nucleares. No comparto tanto la manera de exponerlo, con términos como "planteamientos vanguardistas", "laboratorio de ensayo", "experiencias innovadoras"... pero quizá será que ya empiezo a hacerme viejo.
Las experiencias innovadoras no se experimentan: se llevan a cabo. Y los maestros y profesores que se comprometen con ellas suelen aprender y mejorar en su oficio. Pero, ay!, no se traspasan así como así. Porque este trabajo - profesión/oficio/arte, según cada cual! - es irrepetible, se da en contextos específicos, con adultos y niños concretos, es decir, no hay experimento que valga!
Así que las universidades y facultades de educación ofrezcan una sólida formación referida al paradigma de las ciencias de la educación y, si quieren, traigan a los jóvenes maestros y profesores a nuestras aulas, se remanguen con nosotros y posibiliten que llevemos a cabo, juntos, nuevos (o viejos) proyectos educativos.
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Bastante trabajo tienen las universidades y facultades para encarnar "experiencias innovadoras" en su propia práctica docente! Los alumnos de prácticum que llegan a mi aula, tienen los apuntes y la bibliografía llenos de "experiencias innovadoras". Pero repiten, con menor o mayor fortuna y sin apenas darse cuenta, los modelos de profesor que padecieron. Qué van a hacer, si jamás han vivido como alumno ninguna práctica innovadora en su historia personal.
2 comentarios:
Hola Boris,
eso que propones ya existe: se llama investigación-acción. Stenhouse y Elliot defienden que el docente sea investigador, observador y maestro.
Un saludo!
Este es el eterno problema de la separación entre la Universidad y la Escuela. Con más comunicación y vinculación a la realidad escolar se fomentaría más la innovación.
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