En el siglo pasado, un gran número de profesores y, sobre todo, maestros practicaba de facto la militancia pedagógica. Simplificando un poco, ser docente significaba tener un cierto proyecto de transformación social o personal. El discurso de la escuela activa, basado en gran parte en una ideología de izquierda liberadora, sostenía, por ejemplo, que la escuela y la formación podían (y debían!) compensar las desigualdades y posibilitar la movilidad social. El discurso de la escuela comunitaria, sostenida en una ideología de raíz cristiana, prometía la educación de un hombre nuevo, y la regeneración, mediante su compromiso personal y ético, de la antigua escuela.
Actualmente estos planteamientos han caído en desuso o son vistos con recelo y los grandes discursos pedagógicos –el marxista o el cristiano- ya no forman parte de los valores y creencias dominantes entre el profesorado. La afirmación de Freinet de que la docencia es un sacerdocio es vista hoy como un anacronismo o como un vestigio de un compromiso que nadie se atrevería a exigir a un docente.
Creo que el gran discurso pedagógico actual en el que “militan” los profesores es el de la profesionalización. En los últimos veinte años se ha ido extendiendo el nuevo credo: el profesor ya no es un “sacerdote” sino un “profesional”. Competencias docentes, práctica reflexiva, exigencia de estatus social, demanda de autoridad y reconocimiento económico… son expresiones frecuentes en los ámbitos docentes, especialmente entre profesores que se consideran a sí mismos “primeros espadas” de la docencia. El nuevo profesor, pues, desea ser visto en el imaginario social con el estatus de un abogado, un médico o un arquitecto.
Naturalmente todo tiene su precio y semejante horizonte supone nuevas y fuertes contradicciones entre la realidad y el deseo. Creo que la mayoría de los profesores no acreditamos las competencias que semejante posición nos exigiría. Pero todavía me parece más preocupante la incompatibilidad de semejante ideario con la situación actual del profesorado español: su condición de funcionario, su marco de actuación (la escuela actual no es en absoluto una “institución” adecuada para el desarrollo profesional) y también su formación pedagógica, francamente deficiente.
Sin duda la profesionalización docente puede aportar muchos avances significativos a la educación, pero debemos procurar no convertirla en un nuevo mito educativo que nos aleje de las condiciones reales del ejercicio de la profesión.
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Jordi Jordán y Xavier Rosell forman parte de un grupo de 34 profesores de tecnología, todos ellos formadores de los ICE de las universidades públicas catalanas, que están comprometidos en un ambicioso programa formativo de tres años entorno a… la práctica reflexiva! Es decir, el método de formación característico del profesional altamente cualificado. Muy interesante. Por su parte, la editorial Graó, la más potente editorial de libros de pedagogía radicada en Barcelona, en los últimos años también ha publicado libros en esta dirección. Creo que vale la pena tenerlos en cuenta…
PERRENOUD, Philippe (1999) +
Diez nuevas competencias para enseñar. Invitación al viaje.
Barcelona, 2004; Ed. Graó
PERRENOUD, Philippe (2001) +
Desarrollar la práctica reflexiva en el oficio de enseñar. Profesionalización y razón pedagógica.
Barcelona, 2004; Ed. Graó
CARR, David (2003) +
El sentido de la educación. Una introducción a la filosofía y a la teoría de la educación y de la enseñanza.
Barcelona, 2005; Ed. Graó [capítulo 3. El complejo papel del maestro]
CANO, E. (2005) +
Cómo mejorar las competencias de los docentes. Guía para la autoevaluación y el desarrollo de las competencias del profesorado.
Barcelona, 2005; Ed. Graó
4 comentarios:
Hola Boris,
Tienes buena mirada, no sé si por el titulo de tu blog…. ;-)
Bromas a parte, tocas el tuétano de la cuestión… no sé si todo tiende a la profesionalización y si todo el mundo quiere seguir ese camino… ni tan siquiera sé, si todo el mundo esta preparado para seguirlo… lo cierto es que los tiempos están cambiando… y algún movimiento debemos de hacer, aunque solo sea para demostrar que estamos vivos… en los oficios de lo humano, la profesionalización es complicada y los códigos éticos deben ser muy precisos ( ¿dogma de fe? ¿Praxis?) y aunque tengamos la certeza de que no todo el mundo los entenderá, compartirá o seguirá (hoy en día tampoco lo hacen) deben de existir, si ello nos procura la libertad de acción que algunos educadores deseamos tener… aunque ello implique que debamos de pagar el precio del miedo de posibles equivocaciones y de sus consecuencias… sin las limitaciones que significa pertenecer a un colectivo de funcionarios que no desean otra cosa que ser eso, funcionarios… (“haberlos… haylos…” ¿no sé debe… decir?) y quizás con ello conseguiremos ese imaginario que tu citas… aunque no debemos de olvidar que en los colectivos que tu citas también los hay mal vistos… cuestión de praxis…
Salut!!!
Jordi Jordan
"ser docente significaba tener un cierto proyecto de transformación social o personal"
es que eso me parece lo mínimo no para un maestro/a para cualquiera, por lo tanto eso de la profesionalización me parece lo de siempre: excusar el pensamiento conservador en cuestiones tecnicas. Freinet sigue vivo en el corazón de toda aquella maestra o maestro que se da cuenta de que un niño o una niña no es una salchicha...
Yo creo en la integración de elementos. Por un lado tal como lo dice Fullan por ejemplo, la profesión docente tiene un corazón moral sumamente importante que puede observarse por ejemplo en la motivación de muchos docentes por aportar al cambio social. No sé si sea tan radical como para hablar de sacerdocio. O sólo sea eufemístico tratarlo así.
Sin embargo, ese mismo compromiso ayuda a entender la profesionalización. El compromiso y la responsabilidad con la labor que se realiza, implica una formación que permita realizar la docencia de manera lo más "fudnamentada" porque ya sabemos que la realdiad del aula no es para intentar controlarla racionalmente desde la logica tradicional al 100%.
Absolutamente de acuerdo eso si con que no podemos dejar que este tema se transforme en un nuevo mito que sea discurso pero no acción.
Saludos desde Chile.
Muy interesante.
El mismo proceso de "profesionalización" vivimos en Argentina, por lo que es una tendencia, creo que global.
Un saludo.
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