¿Por qué nos llenamos la boca anunciando que en la red hay recursos, tutoriales, vídeos, guías didácticas, ejemplos, etcétera, para cualquier necesidad formativa… y luego organizamos talleres y cursos para aprenderlo todo de manos de profesores?
¿Por qué nos llenamos la boca pregonando que la educación debe partir de proyectos personales, gestionados por parte del aprendiz, bajo su iniciativa… y luego montamos cursos y talleres con expertos que nos cuentan cómo se hace un blog o un wiki, por ejemplo?
¿Por qué nos llenamos la boca debatiendo sobre la importancia de las finalidades educativas, de las metas que perseguimos… y luego centramos nuestros esfuerzos en aprender tal o cual herramienta?
¿Por qué nos llenamos la boca afirmando que se aprende haciendo y reflexionando sobre el propio aprendizaje en interacción entre iguales... y luego utilizamos exposiciones magistrales y presentaciones en los cursos para profesores?
¿Por qué nos llenamos la boca hablando de redes, de compartir, de conocimiento colectivo... y luego organizamos actos y eventos en los que unos escuchan, los más, y otros hablan, los menos?
¿Por qué nos llenamos la boca platicando sobre la complejidad del mundo, la existencia de redes complejas de significados… y luego presentamos la realidad en dilemas simplones como profesor 1.0 versus 2.0, aprendizaje pasivo versus activo, pedagogos versus antipedagogos, por ejemplo?
¿Es posible que nos juntemos para conversar en pie de igualdad sobre la educación que queremos? ¿Es posible organizar un encuentro sin otra jerarquía que la calidad humana e intelectual de las propuestas? ¿Es posible aprender todos de todos sin que nadie tenga el privilegio de hablar desde una tarima? ¿Es posible conversar para elaborar propuestas conjuntamente? ¿Es posible asumir que queremos buscar por nosotros mismos las respuestas a nuestras preguntas, aun a riesgo de no hallarlas nunca? ¿Es posible que demos más importancia al hecho de elegir nosotros el rumbo que a la certeza de llegar a una meta impuesta? ¿Es posible un encuentro en el que todo el mundo viene a aprender y nadie viene a enseñar?
En realidad, no lo sabemos, pero algunos vamos a intentarlo.
Os invito a uniros a este loco empeño.
Amigo, desde 1984 un grupo de educadores realiza un encuentro anual nacional precisamente buscando la autonomía en nuestra formación. Todavía asisten y participan algunos con gestos de sapiencia queriendo enseñar, pero en los 24 años que tenemos reuniéndonos (este año seremos unos 1.500) cada vez son menores los participantes con esas características. Lo invitamos a entrar en nuestra pag www.encuentrodeeducadores.com.ve y que nos brinde sus comentarios. Así mismo está invitado para cuando quiera acompañarnos en uno de estos encuentros.
ResponderEliminarPerdón, olvide decir que estamos en Venezuela y nos denominamos Asociación Civil "Encuentro de Educadores" y pede escribirnos a:
ResponderEliminarenezulia2008@gmail.com
Yo sí creo que es posible, habiendo como hay la voluntad de lograrlo y un equipo de organizadores dispuestos a romper moldes en aras de una nueva forma de reflexión.
ResponderEliminarNo sabes cómo lamento no poder asistir.
Boris;
ResponderEliminarOtra vez pones el dedo en la llaga. Esa incongruencia es importante hacerla consciente. Duele reconocer que no soy tan revolucionario como quisiera ser ...
Me ha gustado muchísimo te reflexión (como todo lo que aportas en tu blog). Tenemos que educarnos (reeducarnos, en algunos casos), sin duda, y YA.
ResponderEliminarEstimados amigos,
ResponderEliminarNo hay ninguna incongruencia, Mario!
En educación siempre hay un trecho entre lo que decimos y lo que hacemos.
Debe ser así, pues el pensamiento y la ideas sirven para imaginar y construir el futuro.
Tener ideas fecundas es necesario e imprescindible: también eso es revolucionario!
Pero, claro, es insuficiente.
Debemos encarnar la ideas en realizaciones para no caer en un discurso sin sentido.
En esto estamos muchos, cada uno desde su ámbito. Vosotros, creo que los primeros!
No tengo ninguna duda sobre el poder revolucionario de las ideas: hay que tener imaginación y talento para inventar el futuro, pero también la tenacidad y el coraje de realizarlo. Y la humildad de admitir que, muchas veces, no estamos a la altura de los retos.
Para mi, lo importante no es si lo conseguiremos.
Lo importante es decidir si vale la pena intentarlo.
Muchos creemos que sí.
Y no se trata de ser innovador, se trata de mejorar.
Muchos educadores lo hicieron antes que nosotros, calladamente, con escasos recursos... Tratemos de ser dignos de su legado.
Muchas gracias a todos por venir!
B.
Boris:
ResponderEliminar¿Será que lo que nos caracteriza a los seres humanos -no ya a los educadores- es la complejidad, la contradicción, la dificultad congénita para ser capaces de decir nuestro hacer...?
Quizá, lástima la lejanía física, aunque la cercanía afectiva sea un hecho, un abrazo
Gaby
¡Y gracias por hacerme pensar! (como siempre)
Hola Boris, Enhorabuena por el post.
ResponderEliminarSupongo que es el contexto lo que nos hace tener un discurso y aplicar otra cosa distinta. Me explico, si nos invitan a dar una charla, el tiempo, la estructura de la mesa, la disposición de los asistentes, … No nos da mucho margen de maniobra.
Ahora mismo el valor dominante en los procesos de formación son los paradigmas docentes y eso, evidentemente se nota, somos muchos (cada vez más) los que intentamos avanzar hacia paradigmas de aprendizaje, y deberíamos tener la posibilidad de poder mostrar (aún con las limitaciones del contexto) que hay otras vías.
Yo por ejemplo, suelo escribir un post con una visión más personal de la charla que voy a dar, suelo habilitar un espacio con los recursos que cito en la charla e invito a que los participantes “entren” a la web, hagan comentarios, participen, etc.
Con estas condiciones, a mi no me importa dar una charla expositiva, ya que lo que hago es plantear un tema y posteriormente dejo recursos para que a las persona que interesen puedan realizar una actividad más dinámica.
Salu2 y felicitaciones por el blog.
Hola...
ResponderEliminarRetomo algo expresado por Ángel, y me permito disentir con él al respecto de eso de "decir algo y aplicar otra cosa". En principio porque supone una dicotomía absurda teoría/práctica (que debería ya estar perimida. Seguir a esta altura del siglo hablando de "aplicación" de la teoría es una incongruencia, pero el "aplicacionismo" va de la mano de la oposición teoría/práctica.
En tanto, creo que sería válido empezar a pensar que toda experiencia pedagógica tiene una serie de supuestos subyacentes, y el hecho de que en ocasiones no sepamos explicitarlos es otra cuestión, entonces surge la necesidad de reflexión sobre la experiencia que nos permita reconstruir las nociones que la sostienen y superar los discursos verbalizados que no representan el hacer pedagógico.
Saludos
Gabriela
Hola Gabriela.
ResponderEliminarLa frase “decir algo y aplicar otra cosa” suena fatal y de forma aislada, como dices, es una barbaridad.
Trataré de matizar; sería muy grave que una persona dijese una cosa y aplicase otra en un contexto donde se puede aplicar; por ejemplo un profesor que mantenga un discurso sobre paradigmas de aprendizaje y en su clase aplique paradigmas docentes, pues sería como dices una dicotomía absurda.
Sin embargo, que una persona mantenga un discurso sobre paradigmas de aprendizaje no significa que, si es necesario, utilice un paradigma docente.
Lo que quiero decir, como he tratado de describir en el comentario, es que incluso en los contextos donde se aplican paradigmas docentes (por ejemplo impartir una lección magistral, dar una conferencia,…) hay que tratar de complementarlo con paradigmas de aprendizaje.
Muchas veces el problema no es saber explicitar una metodología, sino que el contexto permita explicitarla.
Salu2
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