5.8.22

Memorizar

Memoria es lo que tengo ahora en mente. Es la memoria de trabajo, es estar pensando y tomar decisiones como "sin pensar", paradójicamente. Antoine de la Garanderie lo vincula a la atención, a la memoria a corto plazo. Tiene que ver con la inteligencia, por supuesto.

Memoria es lo que nos ha pasado, las vivencias. Es la secuencia autobiográfica recordada, es construcción de la identidad. La memoria episódica, pura trama narrativa.

Memoria es tener hábitos. Es la memoria implícita, la que nos permite tocar un instrumento, peinarnos, andar por el mundo. Saber leer, saber escribir conlleva hábitos, procedimentales, implícitos. Los hábitos son memoria, también.

Y los hábitos motores y mentales requieren práctica y tiempo. Más práctica equivale a más perfección, a aprendizaje más duradero. Pero, ojo, nada de adiestrar, que lo determinante está en la repetición reflexiva. Practicar reflexionando, reflexionar practicando.

Memoria también es lo que llamamos comúnmente "saber cosas" o "recordar conocimientos". Los expertos lo llaman memoria semántica. La memoria que define, que explica, que conserva hechos y conceptos que creemos saber.


Memorial to the Murdered Jews of Europe, Berlin


Así que hablar de "memorizar" a palo seco es generar confusión. Ni te digo polemizar a favor o en contra sin saber a qué tipo de memoria nos estamos refiriendo.

¿De qué memoria estamos hablando en cada ocasión? Y, sobre todo, ¿para qué queremos esa memoria? ¿En qué nos capacita?

Todas las memorias requieren actividad con sentido para hacernos más capaces o más inteligentes.
Todas las memorias precisan de reflexión, o "restitución", pues evocando lo que sabemos es cuando más aprendemos.
Todas las memorias se benefician del concurso de la emoción, que activa el cerebro, puesto que aquello que nos emociona persiste en nuestro cerebro.

Lo escribo aquí para no olvidarlo, para evocarlo, para insistir. Para rememorarlo.
Para que nadie me pregunte, de nuevo, cansinamente, si estoy en contra de la memoria. 

10.7.22

El oficio de alumno en cuestión

Los entornos de aprendizaje son sistemas complejos en los que múltiples variables configuran su funcionamiento. Esto atañe muy especialmente a los roles de docentes y de alumnos. La cultura escolar es un sistema férreamente articulado y resistente a cambios o modificaciones. Esto lo viven en carne propia los docentes que tratan de introducir cambios en su aula, por ejemplo.

En palabras de Parrenoud, los alumnos tienen adquirido un conjunto de comportamientos y expectativas que podemos llamar literalmente "el oficio de alumno". En la escuela tradicional todo el mundo sabe qué es un buen alumno: chicas como Hermione Granger, por ejemplo.

Cuando se introducen cambios, los alumnos no entienden qué sucede y se aferran - especialmente los que dominan el oficio clásico de ser buen alumno - al sistema anterior. Nadie es más defensor del status quo que aquel que brilla en la situación existente.

Si "aprender mucho" - que no empollar estúpidamente, ojo - se concibe como una retención de conocimientos, de comprensión de conceptos o de hechos... entonces aprender a debatir argumentando, por ejemplo, puede que sea percibido por los alumnos como una pérdida de tiempo. 

Hacer visible a los alumnos la calidad y necesidad del "nuevo tipo" de aprendizaje es imprescindible. Construir una sólida relación pedagógica de coresponsabilidad, consensuar objetivos de aprendizaje, incorporar la metacognición o desarrollar una evaluación como regulación son herramientas básicas para lograrlo.

En definitiva, si se enseñan otras habilidades y competencias o se transforman la metodologías de enseñanza se está creando otro modelo de éxito escolar. Es decir, cuando innovas de verdad no solamente estás creando un nuevo tipo de de prácticas, estás, literalmente, creando un nuevo tipo de alumno.

Con Jordi y Sergi, dos referentes imprescindibles

Esto lo saben muy bien Sergi del Moral y Jordi Doménech, que tienen el humor y la paciencia de recoger indicios y evidencias de esta mutación que sucede, ante sus maravillados ojos, en centros verdaderamente innovadores, en frases como las que siguen:
– El curso pasado nos lo pasábamos muy bien, ahora hacemos Matemáticas de verdad.
– Tienes que ponerme nota, ¡es tu obligación!
– ¿Tanto proyecto para qué, si yo quiero ser ingeniera?
– Estaría bien que alguna vez hicieras una clase normal, con una explicación normal, con una metodología normal…