27.3.16

Trabajo en equipo

Trabajar en grupo no significa trabajar en equipo. Esto vale para alumnos y para profesores: un grupo de alumnos trabajando juntos no es un equipo, ni un grupo de docentes trabajando en un mismo nivel educativo es "un equipo docente".

Trabajo en equipo en 3º de ESO
La diferencia entre un grupo de trabajo y un equipo es que el equipo tiene un objetivo compartido. El establecimiento del objetivo, los criterios de realización y de éxito del trabajo son elementos imprescindibles para constituirse en equipo. Sin embargo, esto no es suficiente para lograr un trabajo eficaz y satisfactorio: hay un proceso de desarrollo para llegar a ser un equipo.

La primera fase es de formación y se caracteriza por la interacción y el conocimiento mutuo de los miembros del grupo. Se identifica esta fase por la combinación de elementos de entusiasmo o de expectativas abiertas con momentos de incertidumbre o incluso de miedo.

La segunda fase se identifica cuando los intereses personales salen a la luz. Es una fase de conflicto que se caracteriza por el cuestionamiento de las decisiones, de los roles y de las tareas de los miembros del grupo. El liderazgo es clave para evitar el enquistamiento y conducir a una resolución correcta de los conflictos en beneficio de todos.

La tercera etapa es una fase de normalización y se aprecia por la existencia de una cohesión interna del grupo. Se caracteriza por la aparición de la cooperación real entre sus miembros y la existencia normalizada de críticas constructivas y feedback honesto entre los miembros del equipo.

La cuarta fase se identifica con el buen rendimiento. En esta fase de alto rendimiento, el grupo trabaja realmente como un equipo en el logro del objetivo común, compensando las debilidades y carencias de sus miembros en un marco de confianza y respeto. Se reconoce por el bienestar individual de los miembros del grupo.

Algunos autores incluyen la necesidad de una quinta fase, que se caracteriza por la celebración de los logros obtenidos y por el cierre explícito de las relaciones personales y grupales. Esta fase de cierre permite la salida o incorporación de componentes del grupo sin roturas ni pérdida de identidad del equipo.

El liderazgo del equipo regula todas estas etapas. Normalmente se requiere una identificación y seguimiento de todas estas fases por parte de una persona más experimentada o reconocida. En los alumnos este papel corresponde al profesorado y, en las organizaciones escolares, a los equipos directivos, líderes naturales o personas con autoridad moral dentro de la organización o el grupo. También es importante el vínculo que se establece entre los miembros, la parte emocional que acompaña toda relación entre personas.

Poner a trabajar juntas a las personas no es trabajar en equipo. Es trabajar en grupo, que es otra cosa.


En el Programa de Escuelas Magnet de la Fundació Jaume Bofill hice una formación interna sobre trabajo en grupo y en equipo con el claustro del Institut Moisès Broggi de Barcelona. A raíz de esa colaboración, Roser Argemí me propuso hacer un vídeo y este es el resultado. Aprovecho para dar públicamente las gracias a Roser y a los compañeros del Broggi. Y a Fanny Figueras, incansable defensora de la educación de calidad a través del arte. Gracias!

6.3.16

Defensa de una pedagogía inacabada

Leo titulares como el siguiente "Guerra en la escuela: autoridad y conocimientos frente a creatividad y habilidades". Oposición tosca e indocumentada, chillona y falsa. La pedagogía fundamentada es la gran ausente del debate educativo actual.

La didáctica líquida, la expansión de metodologías, el florecimiento de tecnologías educativas, de publicaciones y eventos superficiales, de la innovación impostada, conforman una nebulosa brillante, cegadora, espectacular. Tras ella queda el silencio latente, reservado, de la pedagogía.

La pedagogía, como el arte o las humanidades, ha quedado a menudo sepultada, alojada en el terreno de lo inútil o de lo sublime. Dos caras del mismo ostracismo.

Pero sin la reflexión pedagógica ¿cómo interrogarnos sobre nuestras formas de educar? ¿Cómo enseñar, cómo aprender? ¿Cómo repensar el propósito, el sentido de la educación? En efecto, amigos, lo práctico ha sido restringido a lo útil. Porque la pedagogía no es ni útil, ni inútil: la pedagogía es necesaria.

Acaso recuperar la pedagogía sea la definitiva frontera a atravesar para lograr la transformación efectiva de la educación. Primero, para no presentar como novedades o innovaciones saberes y reflexiones históricas que son, simple y llanamente, un legado desconocido por muchos.

Y, en segundo lugar y mucho más relevante, para dialogar de forma fecunda y seria con la complejidad de la educación actual, para fundamentar la necesaria transformación educativa que nuestra sociedad precisa. Evitando igualmente la defensa rancia de modelos obsoletos, selectivos y reaccionarios que han perpetuado la desigualdad y la violencia social con los más desfavorecidos.

A hombros de gigantes
No hablo de recuperar un repertorio superficial de recetas o modelos históricos, sino de pedagogía como templada herramienta de pensamiento y debate para confrontarla con las necesidades actuales de la educación.

Una pedagogía inacabada, por supuesto, pero fundamentada. Alejada de la fe del carbonero, conocedora del legado rico y complejo de los gigantes que nos han precedido. Pero también prudente, autocrítica, viva, rigurosa e inacabada.

En fin, defiendo la pedagogía como forma de compromiso real con la acción educativa, con la docencia, con el aprendizaje. Una reflexión pedagógica que nos capacite para afrontar la urgencia de repensar la educación sin decir barbaridades o perpetuar estupideces.