20.5.12

Pagar por trabajar en una escuela pública


La huelga estatal de educación del próximo martes 22 es la última huelga educativa que hago. Porque la huelga me parece un sistema inadecuado de protesta en los servicios públicos. Porque creo que perjudica a nuestros alumnos, a nuestras clases y a nuestros centros. Porque afecta poco a nuestros verdaderos “patronos”, la administración y el gobierno local y damnifica la imagen de los centros públicos y de sus trabajadores.

Comparto completamente los motivos de la huelga, pero no los métodos. Siento que la defensa imprescindible de la educación pública requiere otras iniciativas, más positivas, más directas, más efectivas, más adecuadas a los tiempos actuales. No tengo claro qué hay que hacer, pero hago esta propuesta concreta, que es mejor que nada, para futuras movilizaciones.

La próxima huelga voy a ir a trabajar pagando. Voy a entregar la nómina de ese día a la Asociación de Padres y Madres de mi centro. Y voy a dirigir una nota a mi comunidad educativa parecida a esta:

Estimados pares y madres, 
Dada la gravedad del deterioro de la educación pública que estamos padeciendo considero imprescindible actuar y hacer acciones positivas más allá de la queja y la protesta.  
Adjunto con esta nota mi salario correspondiente al día de huelga convocado. Administradlo según vuestro parecer para que pueda ayudar a la mejora de la educación pública: comprando materiales para el centro, financiando recursos educativos para las familias en paro, ayudando a cubrir déficits económicos de las actividades extraescolares, dotando de recursos la biblioteca del centro… 
Os pediría que reflexionarais con vuestros hijos sobre la importancia de la escuela pública y la necesidad de su defensa. Yo no voy a hacerlo en clase, porque no quiero incurrir en la demagogia o el adoctrinamiento. Vamos a trabajar con normalidad y tesón, como hacemos cada día. 
Solamente me queda agradecer la confianza que depositáis en la educación pública y en sus profesionales. Que sea por mucho años! 
Cordialmente, 
Boris Mir, profesor de educación secundaria

Voy a tratar de convencer a mis colegas del claustro para que se sumen a esta propuesta. En mi centro hay alegría y compromiso, trabajo exigente y ganas de mejorar. Todos estamos por la pública, pero desencantados y entristecidos por los escasos efectos de las huelgas. El sueldo de todos no es mucho, pero tiene un gran valor simbólico. Quizás ayudemos a recapitalizar nuestros centros, a lo mejor podemos dar ejemplo a las familias y hacer que se sumen a la defensa de la educación.



Seguro que habrá otras alternativas. Seguro que se puede mejorar esta propuesta. Busquemos más formas de ayudar a la educación pública, más allá de la queja que nada ofrece. Estaré interesado en conocerlas y en sumarme ellas.

6.5.12

Habilidades ejecutivas

La habilidades cognitivas se encuentran perdidas entre los contenidos –conceptuales, factuales, procedimentales o actitudinales-  y la irrupción de las competencias en los currícula. Nadie focaliza en ellas, salvo si el docente tiene interés personal por el “aprender a aprender” o por algún programa de enriquecimiento intelectual. Todo muy vago y tangencial respecto de los ejes troncales de la escuela.

El nuevo libro de José Antonio Marina trata de la inteligencia ejecutiva, una manera lúcida de unir inteligencia emocional e inteligencia racional a partir de la acción. Me ha encantado pues creo que las habilidades ejecutivas son también otro olvidado componente esencial de la inteligencia. Concretamente, son aquellas habilidades que guían la acción, que nos permiten actuar con éxito.

¿A qué me refiero? Pues a ser capaz de lo siguiente:

1. Diferir la reacción.  Ser capaz de aplazar la respuesta, de manejar la impulsividad. Esto comprende evitar la acción/reacción y exige un control de las emociones. Hablar sin pensar, apresurarse a responder, interrumpir al compañero... Muchas veces, el jinete debe ser capaz domar al elefante.

2. Dirigir la atención. Ser capaz de concentrarse en la tarea y saber evitar las distracciones. Esto comprende iniciar y mantener la evocación dirigida, que diría Antoine de La Garanderie. Controlar la memoria de trabajo. Más que imprescindible en entornos digitales, una vez superado el mito de la multitarea…

3. Establecer metas. Ser capaz de imaginar un resultado y planificar su consecución. Comprende establecer qué pretendes lograr en un plazo de diez minutos o de diez días. En el trabajo momentáneo, en el estudio, en la preparación de los exámenes…

4. Actuar estratégicamente. Ser capaz de cambiar de rumbo, de aprender de los errores, de adaptarse a las situaciones que surgen y tomar decisiones a lo largo del proceso. Aprender no es un camino recto y previsible: es un reto autoimpuesto que hay que dirigir.

5. Mantener el esfuerzo. Ser capaz de soportar las dificultades, las resistencias, las incomodidades. Sostener cierto ritmo de trabajo continuado. Un poco de hambre, un poco de frío y un poco de sueño, recomendaba Confucio. Fortaleza de carácter, cultura del esfuerzo, capacidad de sacrificio… pues eso, llámalo como quieras.

Orchestra del Teatro Comunale di Bologna

José Antonio Marina propone parecidas habilidades ejecutivas en su libro. Yo no comparto su idea de que la metacognición o la capacidad de aprovechar los conocimientos previos constituyan elementos de la parte ejecutiva. Pero mejor que te leas el libro porque vale la pena!

Los profesores deberíamos intentar actividades y reflexiones que integraran estos aprendizajes en todas las edades. No en una tutoría o una optativa específica, sino cuando abordamos el desarrollo de las competencias y la adquisición de los contenidos curriculares. En definitiva, deberíamos integrar las habilidades ejecutivas en nuestro trabajo ordinario, en la letra pequeña de cada clase que hacemos.