6.4.07

Enseñar alguna cosa a alguien

Enseñar alguna cosa a alguien. Enseñar, es decir, crear las condiciones para que el aprendizaje sea posible. Crear, pues. La grandeza de explorar, descubrir e, incluso, inventar. Y todavía más, la grandeza de la prudencia, de la modestia, de la humildad: rehacer, adaptar, revisar, corregir, mejorar. Hacer lo necesario sabiendo que, quizás, no será suficiente. Por lo tanto, saber esperar sin esperar nada, como quien siembra, riega y adoba, confiando en otros elementos favorables que ya no dependen de nosotros. Optimistas a cualquier precio, para poder creer en la educabilidad de todos. Procurar el aprendizaje, pues. Es decir, trabajar para el cambio, para que el niño se convierta en otro, para ampliar sus posibilidades intelectuales, afectivas y éticas. Y las nuestras, si somos capaces de aprender enseñando, de crecer por dentro. Porque, desgraciadamente, nos hacemos viejos a toda prisa y crecemos muy despacio...

Enseñar alguna cosa a alguien. Alguna parte de la realidad y de su deslumbrante y terrible belleza. Alguna cosa, algún campo del saber que nos ha dado la alegría de comprender un poco el mundo y a los hombres. Algo que nos ha entusiasmado tanto que consideramos imprescindible compartirlo, darlo a conocer. Algo que, queramos o no, encarnamos delante de nuestros alumnos, porque cuando enseñamos música, matemáticas, ciencia... somos, modestamente, la música, las matemáticas, la ciencia... a los ojos de nuestros aprendices. Y esta es una de nuestras grandes responsabilidades: no hay conocimientos aburridos, hay lecciones aburridas.

Enseñar alguna cosa a alguien. El otro, el gran misterio. La relación pedagógica, limitada por el respeto a la alteridad, por dos grandes barreras infranqueables: la exclusión y la seducción. El otro, aquel a quien acogemos entre los hombres para que, siendo niño, se convierta en hombre. Pues nadie accede solo a la humanidad, pero todo el mundo tiene que hacerlo por sí mismo. Conducirlo, guiarlo, acompañarlo precisamente para que devenga libre, otra gran responsabilidad. Insertarlo en una cultura, en un conjunto de conocimientos, prácticas y valores para que los haga plenamente suyos y al mismo tiempo, algún día, sea capaz de liberarse de ellos o de transformarlos.

Enseñar alguna cosa a alguien, qué bello y qué difícil oficio.

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En nuestro blog de docentes catalanes tratamos cada mes un tema relacionado con la educación. Durante el mes que termina nos propusimos departir sobre el perfil de un buen docente. Yo fui incapaz de sugerir ningún decálogo y caí en la sospechosa mezcla de lirismo y optimismo, de realidad y de deseo que resulta terriblemente incómoda a aquellos que no comprenden que también (aunque no exclusivamente) es éste un género pedagógico. Este acto de fe es su traducción. Que tengáis todos unos buenos y merecidos días de descanso...